Viejos no quedará en el recuerdo entre las grandes películas de M.Night Shyamalan pero tampoco representa un regreso a su etapa más decadente.
Esta es la tercera oportunidad en la que gesta un proyecto basado en una idea ajena, ya que por lo general el cineasta suele ser el autor de sus historias.
Los casos anteriores quedaron asociados con algunos de sus peores trabajos, como fueron Avatar: The Last Airbender (2010) y Después de la Tierra (2013), que fue una propuesta por encargo que hizo para Will Smith.
En esta ocasión adaptó el cómic europeo Sandcastle, del autor Pierre Oscar Levy y el ilustrador Frederick Peetes, conocido por esa excelente novela gráfica que fue Blue Pills. La particularidad de este caso es que la obra original jugaba con algunos elementos del terror sobrenatural que la mayoría de la gente asociaría con el cine de Shyamalan, por eso no es tan extraño que él se encargara de llevar este relato al cine.
El film sigue la misma premisa que la historieta con la diferencia que al director no le interesa tanto plantear una reflexión profunda sobre la mortalidad, como lo hacía el cómic, sino entretener al público con una propuesta de misterio.
Algo que logra con solidez durante la mayor parte de su narración.
El concepto de la trama, que es muy atractivo, está bien presentado y el realizador juega con elementos del cine de terror y el thriller donde elabora los giros sorpresivos necesarios para capturar la atención del público.
La labor del reparto en general es muy correcta si bien no hay ninguna figura que sobresalga especialmente. Como suele ocurrir habitualmente con el cine de este artista el tercer acto siempre es complicado porque puede ofrecer una genialidad o una tontería.
En el caso de Viejos se da la particularidad que tanto la historieta como su adaptación en el cine no terminan de brindar una conclusión satisfactoria. Al menos para mi gusto.
La historia original era demasiado ambigua y el misterio de la isla quedaba en la nada. Por el contrario, Shyamalan en su película explica demasiado y construye su propio final con un concepto más hollywoodense.
Su idea delirante para cerrar el relato tampoco es un desastre pero no está a la altura de la intriga que se había construido hasta ese momento. En esta cuestión las opiniones del público probablemente se dividan bastante.
En resumen, Viejos propone un entretenimiento pasatista que se disfruta un poco más si llegás al cine con las expectativas moderadas, ya que se trata de una obra menor de este realizador.