M. Night Shyamalan tuvo un éxito bastante tempranero al inicio de su carrera (su tercer largometraje) con «The Sixth Sense» (1999), probablemente la película más exitosa y lograda de toda su filmografía. Luego de aquel hito tuvo la oportunidad de seguir contando grandes historias en el marco hollywoodense con una aceptación moderada tanto de crítica como de público. El problema estuvo llegando a la segunda década de los 2000 cuando su creatividad comenzó a ir en una dirección inversamente proporcional a los presupuestos astronómicos que empezaron a manejar sus proyectos. «The Happening» (2008), «The Last Air Bender» (2010) y «After Earth» (2013) comenzaron a marcar un camino bastante adverso en su carrera o al menos alejado del de sus prometedores inicios.
Lo cierto es que, tras esa especie de trilogía de proyectos fallidos, el realizador de origen hindú pareció encontrar nuevamente el rumbo con historias más pequeñas, alejadas de toda pomposidad y artificialidad para nuevamente volver a los orígenes y al cine de género que mejor le sienta. En el 2015, volvió con «The Visit», un thriller pequeño que se beneficiaba de la atmósfera opresiva que generaba el relato, y también dio sus primeros pasos en la TV con la extraña e interesante «Wayward Pines». Estos productos lejos de ser perfectos sí mostraron que Shyamalan no había perdido su estilo ni tampoco la memoria, volviendo a retomar los recursos y elementos que lo hicieron conocido. En 2016, «Split» volvería a ratificar la tendencia y a demostrar que el director de «Unbreakable» (2000) había vuelto a su mejor forma. Aquel film además sorprendería a la audiencia demostrando que aparentemente había una especie de trilogía en formación con los dos films antes mencionados y la posterior «Glass» (2019) que pese a ser la más floja de la trilogía fue un éxito rotundo.
Esto nos lleva a la actualidad y más precisamente a «Old», su vuelta a la pantalla grande tras su paso por el streaming con «Servant», otra extraña y escalofriante serie que cuenta con su sello distintivo. El nuevo largometraje de M. Night, nos trae un atractivo y seductor «High Concept», donde un grupo de personas cae en una extraña playa en la cual el tiempo transcurre más rápido y las personas comienzan a envejecer velozmente. Allí deberán encontrar la forma de salir antes de que sea demasiado tarde. Con una premisa digna de «The Twilight Zone» (1959 – 1964), serie que sirvió de inspiración a Shyamalan para la creación de su nuevo opus, el relato cuenta con los habituales mecanismos de suspense que tanto le gusta trabajar al director (algo que probablemente haya adoptado del cine de Hitchcock), la tensión y el terror más sugestivo y puesto en lo que no se puede ver más que en lo literal o escabroso (más allá de que pueda tener algún momento de esa índole).
La película está basada en una novela gráfica de Pierre-Oscar Lévy y Frederick Peeters, la cual fue adaptada por el propio Shyamalan y en la cual podemos ver varias referencias a distintos films y productos audiovisuales entre los cuales se destaca la propia película del director de «The Village» (2004), que generaba algunos climas similares en el marco de una comunidad aislada y acechada por unas extrañas criaturas que la rodeaban. Aquí la fuerza opresora es más abstracta y parece ir más en consonancia con «El ángel Exterminador» (1962) de Luis Buñel. Por otro lado, algunos momentos pueden remitirnos a la serie «Lost» e incluso a «Jaws» (1975) de Steven Spielberg al presentar a esa amenaza de tipo invisible que acecha dicha playa.
Si nos ponemos a analizar minuciosamente el film, podremos encontrar varias desprolijidades a nivel narrativo, algunos desatinos en cuanto a registro interpretativo de parte de ciertos actores/actrices que se encargan de ponerle el cuerpo a los distintos personajes en sus diversas edades, así como también una polémica revelación final que como suele ser habitual en las películas que se manejan sobre un gran concepto puede llegar a decepcionar, pero lo que es innegable es la pericia de Shyamalan como director y narrador, llevando el relato hacia lugares más que interesantes y dándole desde la puesta escena y el uso de la cámara un estilo visual sólido que priorice la tensión y el manejo del suspense. Los encuadres y la elección de dejar fuera de foco o fuera de campo ciertos elementos para finalmente revelar el envejecimiento o el deterioro de los personajes hacen que la experiencia sea realmente gratificante.
«Viejos» es un film entretenido que tiene varios de los vicios de Shyamalan tanto para bien como para mal. Sin embargo, y pese a los desaciertos, la experiencia cinematográfica vale la pena realmente gracias al pulso de Shyamalan para llevar adelante la narración. Un film dispar que no cerrará la grieta entre los fans y los detractores del director pero que sí mantiene su estilo y nos da algunos pocos buenos momentos pese a ciertas salidas fáciles y caprichosas.