Fiebre en la cabaña
Los trailers son un arma de doble filo. Pueden sugerir y anticipar sutilmente aquello que veremos en un film buscando generar expectativa, si bien a veces pueden pecar de explícitos. Y otra veces lo que se sugiere directamente a través de las imágenes previas sufre tales modificaciones -a menudo consecuencia de una determinada estrategia del departamento de marketing- que dicho avance termina “vendiendo” una película que no es. Esto es algo que suele pasar a menudo, y de forma más seguida dentro del género de terror. Viene de Noche (It Comes at Night, 2017) es el caso más reciente de una campaña publicitaria que intenta marketinear un film de manera que parezca más mainstream y llegue a un público masivo, temiendo que su naturaleza original no sea demasiado atractiva como propuesta, a pesar de tratarse de una obra con méritos suficientes para obtener su bien merecido reconocimiento.
En medio de lo que parece una suerte de epidemia que arrasó con la civilización, Paul (Joel Edgerton) se recluye en su cabaña junto a su esposa, Sarah (Carmen Ejogo), y su hijo, Travis (Klevin Harrison jr.), saliendo al exterior sólo cuando es estrictamente necesario y nunca de noche, si es posible. Cuando un extraño invade su refugio buscando protección para su mujer y su bebé, Paul y su familia los aceptan después de una larga meditación, pero los problemas -tanto externos como internos- no tardarán en hacer mella en este pacto de confianza. Su planteo simple y lleno de drama humano recuerda a La Epidemia (The Crazies, 2010) de Breck Eisner (basado en el film de George A. Romero), donde todo un pueblo es víctima de una epidemia que ataca a sus habitantes de forma inexplicable.
El director y guionista Trey Edward Shults presenta una narración totalmente despojada de efectismos y golpes bajos, en la cual se agradece la ausencia de “jump scares”, esos sustos fáciles que tanto mal le hicieron al género en este milenio. Adherido a esa máxima según la cual menos es más, Shults maneja de manera soberbia el suspenso y la sensación constante de desconfianza en un drama claustrofóbico que se sostiene en las impecables actuaciones de los intérpretes y el trabajo de fotografía de Drew Daniels, que entrega momentos donde la absoluta oscuridad es sólo enfrentada con un farol o una lámpara, aportando un gran clima a cada una de las secuencias.
Como decíamos al principio, seguramente el mayor problema de Viene de Noche sea su campaña publicitaria, que vende una película que difícilmente encuentre quien vaya a ver ‘una de terror’ a secas, con sangre, monstruos y demás etcéteras. Es probable que muchos salgan desilusionados, pero no por el film que vieron, sino porque CREYERON que iban a ver, motivados por los avances previos.
Por su parte, el film no siempre resuelve todos los conflictos que plantea ni todas las interrogantes que abre, aun con el peso que tienen dentro del relato. Como suele suceder en el cine independiente y en esas producciones que escapan a la estructura narrativa clásica, estamos ante una experiencia, una “sensación” antes que una historia que resuelve su conflicto principal de manera estándar.
A pesar de su estrategia de marketing y la falta de resolución a nivel narrativo, Viene de Noche es una obra que contiene suficientes elementos para convertirla en una propuesta atractiva, llena de momentos tensos que ponen de manifiesto los recovecos más oscuros de la naturaleza humana.