Viene de noche: El triunfo de la muerte.
Así como la obra del pintor Brueghel, el film del realizador Trey Edward Shults es de un pesimismo magistral, si cabe la denominación.
La familia compuesta por Paul (Joel Edgerton), su esposa Sarah (Carmen Ejogo) y su hijo Travis (Kelvin Harrison Jr.) enfrentan al Apocalipsis alejados de las grandes urbes en una cabaña solitaria donde sobreviven como pueden. Luego de la muerte del abuelo de la familia, estas personas deberán enfrentar los miedos y paranoias cuando un extraño irrumpa en su casa y traiga consigo a su familia.
Más allá de como se promocione, el film de Trey Edward Shults (“Krisha”) es un drama con tintes de cine de horror; pero más que nada, un drama familiar. El realizador sabe como manejar los espacios, la luz/oscuridad y la atmósfera opresiva con cada plano haciéndonos sentir la misma sensación de amenaza latente que viven los personajes, pero ojo, nunca vamos a ver cuál es la amenaza, ni tampoco qué o por qué se provocó ese Apocalipsis. Un poco del encanto de este film es ese, el no saber nada y estar siempre alerta a todo. Quizás la respuesta esté en esa pintura que ya he mencionado, “El triunfo de la muerte”, donde Pieter Brueghel retrató el Juicio Final y la Peste Negra que azotó Europa, y en el que podemos apreciar cierto vestigio de esta enfermedad en los síntomas de los “infectados” del film.
Como mencioné anteriormente, Viene de noche (It comes at night, 2017) es un drama familiar, pero otra consideración al respecto sería tomar el personaje del joven Travis como protagonista de un drama adolescente y como enfrenta sus cambios hacia la madurez en un ambiente post-apocalíptico: la pérdida del abuelo (figura paterna con la que más se identificaba) es esencial en la formación de la psique del joven, además de enfrentar la pérdida de su mascota, el perro de la familia con el que compartía la mayor parte del tiempo, siendo éste tanto la figura que toma Travis bajo su protección y que paradjicamente, no puede proteger, dejando así un vacío que se va acrecentando cada vez más la brecha en el enfrentamiento padre-hijo (el padre, Edgerton, para proteger a su hijo, deja desprotegida a la mascota de éste, siendo el Ego/Yo reprimido del joven por el padre lo que desencadena el conflicto interno).
A medida que avanza la trama, Travis va teniendo pesadillas y “sueños húmedos” con la mujer del matrimonio huésped y esto incrementa aún más el conflicto interno del joven, al punto de cuestionar la realidad y los mandatos paternales. Incluso la expresión de deseo y represión está literalizada en esa bendita/maldita puerta roja que conecta el interior con el exterior; la seguridad del interior contra lo desconocido (amenazante pero tentador y liberador) del exterior.
Sin lugar a dudas Viene de noche es un festín para degustarlo poco a poco y que tendrá muchas más aristas para ir desmenuzando con cada oportunidad que se la vea y disfrute.