En un mundo post-apocalíptico, del que poco sabemos, una pareja y su hijo adolescente están refugiados en una cabaña en el bosque. Al parecer ha habido alguna suerte de virus que mata a personas y animales en cuestión de horas o días. El agua misma contiene el virus, por lo que debe filtrarse. El simple contacto con una persona infectada es suficiente para sellar una condena a muerte a quien lo haga. Para agregar algo de misterio, el hijo parece tener unas visiones o premoniciones que no sabemos a qué se deben ni qué significan.
Hasta acá, todo bien. La premisa es buena. Si tan solo estuviera acompañada de un desarrollo mínimamente interesante, donde se revelara algo nuevo, algo inesperado o algo que al menos sostenga la trama… pero no es el caso de esta película. Ninguno de los misterios planteados se resuelve, las motivaciones de los personajes son confusas y la historia es completamente intrascendente, más allá de que logra sostener la expectativa casi hasta el final, dejando un gusto amargo cuando las luces de la sala se encienden.
Dirigida por Trey Edward Shults, un joven que apenas está empezando como director, It comes at night cuenta con el protagonismo del destacable Joel Edgerton, quien realiza una labor excelente. Los detalles técnicos también son buenos y esto agrava la sensación de haber desperdiciado una buena oportunidad para contar una historia que valiera la pena.
Por último, hay que decir, que si bien está catalogada en el género de terror, éste no llega en ningún momento.