Si usted puede ponerse un disfraz y disparar parlamentos ridículos con formidable convicción, entonces usted es un actor de la hostia. Ingresar al género de superhéroes y jugarse el prestigio de su carrera en algo considerado infantil es una apuesta super arriesgada, pero Marvel le ha dado tal solidez a su universo cinemático que – lo que parecía un trabajo de baja calidad y mucho dinero – se ha transformado en oportunidades masivas de acceder al super estrellato. Digo: hoy vemos a muchísima gente tomando roles estelares en dramas de primer orden, cuando su filme previo fue ponerse una capa roja o un disfraz violeta y pelear contra un monstruo hecho por computadora. Del mismo modo, la excelencia del ambiente de trabajo ha dado lugar a combinaciones actorales de gran calidad – así como hemos visto a Mark Ruffalo y Robert Downey Jr en Zodiac, o Jeremy Renner y Amy Adams en Arrival, ahora tenemos a Hawkeye, Scarlett Witch y (como invitado especial) The Punisher en un thriller de altísimo calibre -. Quizás sea la inteligencia de Marvel, que arma opciones contractuales fuera de su universo y le permite a los actores obtener sus proyectos soñados a cambio de interpretar a sus superhéroes. Es una sospecha no confirmada y, viendo el desequilibrio del universo DC, no me extrañaría que no existiera semejante opción del otro lado del mostrador.
Wind River es una película exquisita. Por lejos es la mejor perfomance de Jeremy Renner en toda su carrera; Renner – que siempre me pareció algo blando y sin mucho carisma, sólido como secundario pero nunca como protagónico – destila soledad, oscuridad y un tono lacónico que impregna toda su persona. Y la química con Elizabeth Olsen es impecable. No es una química romántica, sino la de socios en la urgencia, en donde el voluntarismo desenfrenado de uno queda compensado con la sobrada experiencia del otro. Sí, es una película de grandes actuaciones, plagada de detalles sutiles.
El responsable de esto es Taylor Sheridan, el que ha dado a luz joyas como Sicario y Hell on High Water. A Sheridan le gustan los choques culturales y los parajes desolados, esos en donde las personas se guían por reglas distintas a las del resto de la civilización. La Olsen es la citadina que se ve obligada a meterse en un universo cuyo funcionamiento desconoce: el de las reservas indias y los parajes helados – tan hermosos como letales – en donde el peligro y el silencio pueden desbarrancar la salud mental de cualquiera. Es un paraje salvaje en donde resulta muy fácil morir por un descuido. La Olsen debe llegar al lugar porque allí han encontrado el cuerpo de una muchacha india, congelada hasta la muerte en la nieve de la montaña, seriamente lastimada y con claros signos de violación. Pero la agente del FBI es una burócrata recién salida de la academia y está allí solo para cumplir una formalidad – la de chequear la validez del homicidio para llamar a un equipo de expertos -. Lo que ocurre es que los tiempos no le dan – las tormentas constantes de la montaña están borrando todos los rastros, y se ve obligada a actuar en caliente con el escaso apoyo de las autoridades locales -. El único aliado parece ser el curtido rastreador que interpreta Jeremy Renner, el cual trabaja para la reserva forestal y cuyo trabajo principal es eliminar los depredadores que acosan la zona. Renner es quien ha encontrado el cuerpo de la chica y, lo que es peor, le revive el recuerdo de la muerte de su hija mayor en circunstancias similares. Empardado con el padre de la muchacha india en un pozo común de agonía, le ha jurado encontrar al responsable y hacer justicia… pero esto no es transmitido con un discurso rimbombante lleno de odio y furia, sino con un sutil gesto facial que le corresponde a aquellos que se conocen desde hace siglos y se entienden con la mirada. Y es en esa carga reprimida de dolor y sutil deseo de revancha que Renner hacer maravillas en pantalla. No, no va a encontrar al asesino de su hija – si es que hubo alguno -, pero resolver este caso le ayudará a cerrar muchas heridas (ecos de Tres Carteles Para Un Crimen resuenan en mi cabeza).
Si la Olsen es una máquina desbocada de meter la pata con sus presunciones citadinas y razonamientos de laboratorio, Renner es una tromba reprimida que exuda inteligencia por todos sus poros. Es tan emocionante ver cuando el tipo abandona su disfraz de hombre quieto y deja salir su furia, que resulta digno de aplauso. El final es de una genialidad inigualable; Tarantino debe estar rojo de envidia al ver el stand off que Sharidan ha armado – y que lo resuelve de manera admirable -.
Wind River es sin lugar a dudas una de las mejores películas del 2017. Tiene suspenso, personajes sensacionales y, cuando explota la acción, es formidable. Pero todo el circo no funcionaría sino fuera por Renner, el cual transmite todos los matices de su complejo interior con una claridad y sutileza que te deja pasmado.