Con el viento en contra
Cuando Viento Salvaje (Wind River, 2017) se presentó en la categoría Un Certain Regard del 70º Festival de Cannes, en mayo pasado, generó expectativas. Tenía un buen elenco, un estudio fuerte detrás y un director mimado por la costa francesa. Taylor Sheridan venía de escribir Sin Nada que Perder (Hell or High Water, 2016), que había sido muy bien recibida un año antes en el mismo lugar, y se lanzaba con su ópera prima. Un par de días después, cuando ganó como Mejor Director, muchos fueron los sorprendidos.
La película cuenta una historia potente, la de un femicidio en tierras aborígenes de Estados Unidos, con un marco de actualidad muy fuerte. Desapariciones, discriminación, racismo, pandillas asesinas y la sociedad como testigo de todo esto. El escenario, un lugar desolado. Lo que prometía ser un thriller atrapante termina dejando ganas de más. No solo por el guión, escrito con compromiso por la temática pero cayendo en muchos lugares comunes, sino también por cómo se hizo.
En muchos momentos cuesta distinguir si la historia fue pensaba para la pantalla grande o para la medianoche de un canal de cable. Y no es en desprecio por la televisión; hay que reconocer que los dos medios, como en toda materia, tienen códigos autorales y sobre todo estéticos diferentes.
Viento Salvaje está musicalizada, editada y escrita como hace 15 años. Es una película que atrasa. Y regirse por las reglas de otras épocas no es un pecado en el cine, pero la realización en este caso queda a medio camino.
Tiene actores buenos, con un Jeremy Renner como un cazador de coyotes con corazón bueno, pocas palabras y una historia dolorosa en su pasado, y una Elisabeth Olsen como una investigadora criminalística que no convence. Y fue filmada en paisajes impactantes, bien aprovechados para retratar esta “tierra de nadie”.
Según otras impresiones, la película sufrió cambios en los últimos meses que perfeccionaron la realización, algo que ayudaría mucho a este policial con toques de western escrito por la misma persona detrás de la pluma de Sicario (2015), un thriller que sí generó momentos de suspenso del bueno.