Cierto pintoresquismo asoma en Vientos de agosto, sobre la vida cotidiana de una joven pareja en un pueblo de pescadores, aunque
la exuberancia de la naturaleza y la serenidad con la que se vive en un estado semisalvaje brindan oportunidades para el asombro, comunicándose de manera vívida el contacto con la tierra, el sol y el mar. La aparición del propio director como un cazador de sonidos y algun gag casi final desvían un poco el clima ganado por el film.