“Vientos de Agosto” es una película que transcurre en el norte Brasileño. Tiene paisajes muy lindos, pero la factura técnica no es óptima y se nota. En este tipo de films es muy importante cuidar el encuadre, el foco y las luces; ya que la belleza del lugar se complementa para la mirada del espectador con una buena fotografía.
La historia transcurre en un pueblo humilde pegado al mar y alejado de las grandes ciudades. Jeison y Shirley, la joven pareja protagonista, tienen una vida de extrema cotidianidad. Para vivir se dedican a juntar cocos y trasladarlos al mayorista. Como hábito hacen el amor arriba del camión y sobre los frutos que recogen luego de horas de acalorado trabajo. Disfrutan del mar, saliendo con una pequeña embarcación. Ella tomando sol, pasándose por todo su cuerpo el liquido de una gaseosa en lata como si fuera crema. Él haciendo buceo, juntando pulpos en la profundidad del océano para tener alimentos. Estas escenas se repiten. Y ocurren situaciones que interrumpen la tranquilidad del lugar. Como ser un joven que llega con un equipo de grabación para registrar los sonidos del viento. La aparición de un cadáver sin un motivo que justifique la muerte. Y la obsesión de Jeison por el cuidado del cuerpo.
El encuentro de un cráneo en las salidas de buceo y las incógnitas de quién podría haber sido. Nos enteramos que hay un cementerio muy cercano a la costa, y con el avance del mar, hace que los cuerpos enterrados sean arrastrados. Encuentran como solución hacer una barricada de piedras para tratar de contener las aguas pero será de poca ayuda.
Es una película que nos cuenta como viven con las diferentes situaciones que les toca atravesar en su lugar en el mundo. Y el inexorable paso del tiempo.