Esta ópera prima de Gonzalo Tobal cuenta con varios aciertos y convierte a su joven director en una promesa interesante del cine argentino. De hecho este film acaba de ser confirmado para presentarse en una de las secciones de Cannes. Una de estas buenas decisiones es la elección como protagonistas de dos de los actores más prestigiosos de la nueva generación: Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi.
Ambos interpretan a dos primos oriundos de General Villegas que viven en Buenos Aires y deben volver en auto al entierro de su abuelo. Esteban (Lamothe), es un chico bien, muñeco de torta, que tiene un buen empleo y está a punto de casarse. Recibe la noticia y pasa a buscar, con su auto, a su primo que hace mucho no ve, Pipa (Bigliardi). Este es un tipo bohemio, músico, espontaneo y atropellado. Al principio el aire se corta con cuchillos y ambos deben adaptarse al otro en las horas que dura ese viaje.
El film tiene dos estructuras bien marcadas, en una primera parte es una road movie, en la cual se adquiere la mayor intensidad narrativa. Los desencuentros y las diferencian entre los primos parecen insalvables. Pipa se ocupa de complicar el viaje y meter a Esteban en un percance tras otro. En la segunda mitad, cuando llegan a Villegas, decae el gran ritmo narrativo del comienzo y se torna más pausada, pero gana en lo técnico, hermoso planos, producto de una gran trabajo de fotografía se apoderan de la pantalla, el pueblo, la vida en el campo, las casas son transmitidas con gran riqueza visual, como ese travelling de 360 grados que nos muestra un impecable panorama del campo, mientras Pipa tiene una conversación con su padre.
Además, hay que rescatar otro gran acierto más del largometraje que es su soundtrack, se escuchan deliciosas canciones compuestas especialmente para el film por Nacho Rodriguez (Onda Vaga), y una joyita de Marlene Dietrich.
De a poco las diferencias entre los primos comienzan a desvanecerse, para dar lugar a esos chicos de pueblo que alguna vez fueron. Una historia que apuesta al encuentro, después del desencuentro y que más allá de los caminos que uno ha tomado en la vida, siempre es bueno volver al punto de partida.