Dos mundos opuestos
La película nacional de Gonzalo Tobal, quien viene con amplia trayectoria en el cortometraje, pone en primer plano el encuentro de dos primos, totalmente opuestos, que viven en Buenos Aires y deben viajar a la localidad del título para asistir al entierro del abuelo.
Villegas descansa en estos dos treintañeros (Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi), el primero bien posicionado económicamente aunque no tan feliz ante su inminente casamiento, y el segundo, un bohemio dedicado a la música que también intenta encontrar su lugar en el mundo.
El film propone entonces un viaje transformador y emocional hacia la tierra que los vio crecer y a una ciudad que los ha separado por sus estilos de vida diferentes. Es una suerte de "road movie" que los deja casi perdidos a mitad de camino, entre un clima de emociones contenidas que irán surgiendo con el correr de los minutos.
La aparición de la empleada de una estación de servicio de la ruta que les sirve de guía a ambos y acelera el corazón de uno de ellos, un camino repleto de vacas y un reencuentro familiar en un ambiente bucólico de gran producción, apoyan esta trama que tarda en llegar al espectador, pero lo consigue en el tramo final gracias a la construcción de climas.
"No se donde voy, pero estaré soñando" se escucha en la letra de una canción y es, quizás, la frase que sintetiza el espíritu de esta historia sencilla construída a partir de miradas, silencios y rubros técnicos impecables.