Un gran director de regreso y una gran historia acerca de un relevante (y patético) personaje son los puntos principales de atracción de Vincere, ambicioso acercamiento histórico al período más nefasto de la Italia contemporánea. El cineasta Marco Bellocchio se propone retratar nada menos que a un tal Benito Mussolini, pero escapando a la biografía clásica y focalizando en un hombre desesperado por acceder al poder y mantenerlo, más allá de cualquier circunstancia que se interponga en su camino. En sus inicios, un joven díscolo, luchador y ególatra que iniciará una tormentosa relación pasional con una mujer con la cual no sólo se casará sino que concebirá un hijo varón. Vínculos afectivos que, del mismo modo que sus orígenes socialistas y anarquistas, se transformarán en un pasado oculto, una mancha vergonzante en su vida. Secretos impenetrables que dejan a la deriva a dos seres no reconocidos y martirizados en medio de un marco despótico y criminal. Desbordante y arrolladora, Vincere cuenta con las extraordinarias –y a veces también desbordadas- labores de Giovanna Mezzogiorno como Ida y Filippo Timi como el El Duce y su hijo, doble papel que no resulta muy creíble ante una falta de caracterización apropiada. Falencias del maquillaje en general, no muy estricto ante el paso de los años, que no desmerecen una pieza atrapante y de enorme valor testimonial.