La voz que Mussolini no pudo silenciar
“Queremos glorificar la guerra – única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas para las cuales se muere y el desprecio de la mujer.” Estos y los demás principios del Manifiesto Futurista redactado por Filippo Tommaso Marinetti en 1909, resuenan a los largo de Vincere, la última película del director italiano Marco Bellocchio. La velocidad, el progreso, la industrialización, la guerra, las armas y el cine mudo irrumpen en el relato sobre la vida de Ida Dalser, esposa no reconocida de Mussolini, con quien tuvo un hijo al que dio el nombre del padre. Esta historia, silenciada durante décadas, fue revelada hace unos años por el periodista italiano Marco Zeni quien, luego de una extensa investigación, la plasmó en el libro “La moglie di Mussolini”. Nueve años después de la salida de este libro, esta historia es llevada a la pantalla grande y revelada ante el mundo.
La película, que cuenta con las excelentes actuaciones de Giovanna Mezzogiorno (interpretando a Ida Dalser, la mujer que lo dio todo por el amor de su vida) y de Filippo Timi (en el doble papel de Benito Mussolini padre e hijo), a lo largo de dos horas, mantiene atentos los espectadores intercalando al relato de Ida las imágenes reales en blanco y negro de la guerra, la industrialización, los discursos de Mussolini, el culto a la velocidad; tratando de reproducir la misma visión estética del mundo que reinaba en la época y en el movimiento futurista que surgió de la mano del fascismo, en cuyas ideas se fundaron las revueltas sociales que se produjeron en Europa y en Italia en las primeras décadas del siglo XX (durante la Primera Guerra Mundial y en el período de entreguerras), que darían lugar a la Segunda Guerra Mundial.
La historia no nos da un respiro, es un drama histórico angustiante que combina constantemente el relato de sus protagonistas, cuyas existencias se intentó borrar, con imágenes de archivo al compás de ópera y de música frenética, todas composiciones originales de Carlo Crivelli. Predominan la oscuridad, los espacios angustiantes, los manicomios, por momentos paisajes casi oníricos de chimeneas de fábricas humeantes, hospitales de guerra en los que se proyectan películas para los enfermos al compás del acordeón a piano. La locura, la distancia, la injusticia de un hombre que, para su perfecto reinado de apariencias, trató de borrar de la faz de la tierra su pasado oculto. Una nación adorando el mito que el propio Mussolini construyó, indiscutido a pesar de ser tan terrible e insensato en sus discursos como en sus decisiones familiares, capaz de destruir todo a su alrededor.
Todos estos elementos históricos y estéticos, combinados de manera perfecta por Bellocchio, hacen de Vincere, un interesantísimo trabajo visual, oscuro e inquietante que da cuenta de la locura generalizada de la Europa de comienzos del siglo XX y del grito de una mujer cuya historia intentaron callar, pero que ni la muerte ni la omnipotencia de un gobierno totalitario como el de Mussolini lograron borrar de la faz de la tierra.