Vincere

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

Hay dos maneras de ficcionalizar una historia real: tratando de buscar la fidelidad documental o asumiendo su condición de simulacro. El camino que tomó el maestro Marco Bellocchio para narrar la historia de una mujer que tuvo un hijo con Mussolini es el segundo, y por eso “Vincere” es mucho más que una acusación sobre los males del fascismo –ciertamente lo es– para volverse una reflexión universal sobre el poder, el tiempo, el cine mismo y la pasión desenfrenada (sexual y política al mismo tiempo) como vía de autodestrucción. Con un ritmo vibrante, Bellocchio toma la historia y la transforma en un melodrama exacerbado, lleno de música, con una puesta en escena operística y casi manierista que, a pesar de la cantidad de detalles que saturan la pantalla desde lo visual y lo auditivo, jamás es meramente decorativa. El espectáculo es tan enorme que nos permite la reflexión inmediata. La historia se narra con simpleza, estableciendo siempre el contrapunto entre la trágica historia de Ida y su hijo y el irresistible ascenso de Mussolini al poder. Sesgadamente, el film cuenta la historia del fascismo, la debacle del socialismo en la Italia de principios del siglo XX, los horrores –con elementos salidos del mejor género del terror, después de todo también una forma de melodrama– de ejercicio del poder absoluto. Que esta película pasional, arriesgada y popular se vea, además, en copias en fílmico es una gran noticia. No sólo es una de las mejores del año, sino también una de las pocas que recupera la gloria del espectáculo total que supo ser el cine.