Vincere

Crítica de María Paula Rios - CineramaPlus+

Vincere se sitúa como un tour de force artístico, personal y esclarecedor.

Vincere cuenta la historia, poco conocida, de Ida Dalser, la amante de Benito Mussolini. Ella tuvo un hijo con el Duce y fue quién lo ayudo, en los principios de su carrera política, cuando este era socialista, vendiendo todas sus pertenencias para que funde el diario Il popolo d´Italia, principal órgano propagandístico que sentaría las bases de su futuro político. A medida que Mussolini va adquiriendo poder hace a un lado a Ida hasta prácticamente desecharla. Cabe enfatizar las actuaciones soberbias de Giovanna Mezzogiorno y del impetuoso Filippo Timi. Entre un tono operístico y dramático Bellochio revela la corrupción y la impunidad de un momento histórico de Italia, que bien se podría relacionar con el actual.

No es adrede la mención del movimiento futurista en el film, ya que las acciones del Duce coinciden con esta concepción artística vinculada al fascismo. La velocidad, el movimiento, la energía, la violencia y dignificación a la guerra como espacio superador, es el marco en el que transcurre esta historia pasional y de alto voltaje sexual, en donde las consecuencias desencadenan en una Ida Dalser, y su hijo, acallados y humillados, hasta el punto de encubrir la existencia de ambos. No había lugar para una mujer avasallante en una era tan misógina, donde el papel femenino era confinado al de mero objeto decorativo por ser sinónimo de debilidad. Era más funcional tener una compañera sumisa y que no cuestione, una familia pour la gallery, que la amenaza latente de una mujer ideológicamente vehemente e intensa que lucho hasta las últimas consecuencias por mantener su lugar e identidad, a pesar de ser recluida a un psiquiátrico y a ser separada de su hijo Benito.

Bellochio narra la historia desde el punto de vista de Ida, y así desnuda los turbios mecanismos y las macabras formas del fascismo. Intercala material de archivo brindándole más potencia al film, además de lo anecdótico. Y también deja un espacio para mostrar el dispositivo cinematográfico como "espejo social y personal", segun indicaría Edgar Morín, basta con ver la escena en la que la protagonista mira El pibe de Chaplin y se siente identificada hasta las lágrimas con dicha historia.

Vincere se sitúa como un tour de force artístico, personal y esclarecedor que confirma la vigencia de Marco Bellocchio, uno de los mejores realizadores del cine contemporáneo.