Los enredos de Baco
Ariel Winograd logra recuperar con su tercera obra el espíritu de aquellas comedias de género en las cuales se equilibraba con maestría las aventuras, la tensión sexual y un leve aire de romanticismo en el marco de misiones imposibles, al mejor estilo Brigada A.
Con dos más que dignos antecedentes en su haber -la inolvidable Cara de Queso y MI primera Boda- este director se mueve más cómodamente en las aguas del cine de género argentino, que día a día va creciendo afortunadamente.
El realizador manifestó que al momento de leer el guión, obra de Adrián Garelik, entendió que éste era un proyecto perfecto para ser dirigido por Damián Szifrón dado la ineludible remisión a esas historias de trabajo en equipo, tan bien desarrolladas por el director argentino en tiempos de la serie televisiva Los Simuladores.
Sin embargo, tomó el desafío en sus manos y encargó la fuerza motora actoral de esta entrega a una dupla interesante y por demás efectiva: Daniel Hendler (uno de sus actores fetiche) y Valeria Bertuccelli, quienes interpretan a dos ladrones profesionales que cruzan sus caminos a través de un engaño -propiciado por ella- viéndose luego compelidos a trabajar en una operación conjunta.
La misión encargada a ambos consiste en robar un añejo vino, que ya es una reliquia histórica, cuidadosamente guardado en las bóveda de un prestigioso banco de la ciudad mendocina.
Pero bien se sabe que un profesional que se precie en casi todos los ámbitos necesita un grupo de soporte que le brinde la contención y aquí será el momento de la aparición de Martin Piroyansky como el brazo informático, quien cimenta el desarrollo de la operación encomendada. Será el encargado de la lectura de los mapas, del trabajo de campo en las bóvedas, e incluso también el confesor del personaje de Hendler.
La acción se desarrolla en los maravillosos paisajes de Mendoza, geografía apta para esta aventura de engaños, trampas y espionaje al mejor estilo de Los cinco magníficos.
Todas las locaciones del film fueron cuidadosamente elegidas, tanto las urbanas de Mendoza que incluyen el histórico y emblemático Banco Hipotecario o los fastuosos hoteles. Respecto a la producción se pueden destacar detalles como el de la camioneta utilizada para el golpe maestro, e incluso el vestuario utilizado por el personaje de Valeria Bertucceli confeccionado por la diseñadora Mónica Toschi -con quien ya trabajara en el film Viudas del año 2011- forman parte de la cuidada composición de esta astuta estafadora dispuesta a todo por lograr su cometido.
Así, el film de Winograd se convierte en un entretenido relato de aventuras, intrigas y leves toques de romance, donde todos los engranajes actorales funcionan a la perfección, sumados los personajes secundarios interpretados por Juan Leyrado, Pablo Rago, Mario Alarcón, Luis Sagasti y Alan Sabbagh.
La fotografía, a cargo de Ricardo De Angelis, logra captar la belleza de las locaciones mendocinas sabiendo dosificarlas, sin caer en el panfleto turístico tan común en otros casos en el cine argentino de los últimos tiempos.
En definitiva, Vino para robar se erige como otra muestra que en nuestro mercado pueden realizarse productos cuidados, entretenidos e inteligentes, que nos devuelvan la esperanza de recuperar espacios perdidos dentro del malogrado cine de género. Brindemos por eso y si es con un Malbec mendocino, mejor aún.