Noche de Reinas
Indagar en el universo shakespeareano no es algo precisamente novedoso en el cine. Ni siquiera lo es dentro del de Matías Piñeiro, quien venía de concretar la más que interesante Rosalinda (complemento perfecto del doble programa que presenta la Lugones). Tampoco es demasiado innovador trabajar los cruces entre cine, literatura y teatro ni el juego de interacción entre los conflictos de los personajes de una película (actrices en este caso) y los de la obra que ellas mismas ensayan, montan e interpretan en pantalla ¿Entonces qué es lo que hace de Viola una experiencia tan disfrutable?
Con el desarrollo de su filmografía, Piñeiro ha ido depurando su estilo. Se lo nota más seguro, más dúctil, más preciso, más maduro, sin que por eso su cine haya perdido (al contrario) su fluidez, su elegancia y su poder de seducción. Gracias al inestimable aporte de su DF y camarógrafo Fernando Lockett (cada vez más brillante), Piñeiro construye largos, bellos y virtuosos planos-secuencia que permiten el despliegue con gran libertad de sus queribles actrices.
La protagonista es la Viola del título (María Villar), una joven que se gana la vida comercializando CDs y DVDs truchos que su novio (Esteban Bigliardi) baja de Internet y ella reparte a domicilio en bicicleta. Los otros personajes centrales son las apuntadas actrices que practican a toda hora los parlamentos shakespeareanos para su obra (la comedia Noche de reyes), mientras comparten tribulaciones por sus constantes problemas con los hombres.
Pocos directores varones han demostrado una sensibilidad tan particular para sumergirse en la intimidad del mundo femenino, ya sea en un camarín o dentro de un auto con el invierno desolador de fondo. No digo que Piñeiro sea el nuevo Pedro Almodóvar, pero en el cine argentino actual no hay demasiados casos similares.
Con pequeñas, sutiles variaciones de una misma escena, con bruscos cambios en el punto de vista (hay algo del estilo Hong Sang-soo en la propuesta), con un impecable trabajo del fuera de campo, con el encanto de unos personajes que disfrutan de divagar o de plantearse enigmas por momentos absurdos, Piñeiro va moldeando -en apenas una hora- un relato fascinante y embriagador, que muchos han ligado -no de forma caprichosa- con el cine de Jacques Rivette y Eric Rohmer. En ese caso, estamos ante un más que digno "heredero".
PD: Es llamativo el camino que ha hecho Viola. En principio, triunfó en varios festivales del exterior (desde Valdivia hasta Toronto, pasando por Berlín) antes de llegar al BAFICI, donde María Villar, Agustina Muñoz, Elisa Carricajo y Romina Paula compartieron el premio a las mejores actrices de la Competencia Internacional. Además, se estrenó en yunta con Rosalinda antes en Nueva York -donde obtuvo críticas laudatorias con un promedio de 85/100 según compila el sitio Metacritic- que en la Lugones.