Emma (Sofia Black-D’Elia) y Stacey (Analeigh Tipton) son dos hermanas adolescentes de padres separados, viviendo en la soleada California. El padre (Michael Kelly), que está a cargo de las chicas, es un prestigioso profesor y bacteriólogo que estudia el avance de un virus a escala global. La epidemia obliga al hombre a viajar y las hermanas quedan solas, con la eventual compañía de sus novios. Esta es la parte más cercana al terror clásico, de género: la cautela de Emma, la más temerosa pero al mismo tiempo –quizá por eso– la más valiente (y en consecuencia, la protagonista principal), frente a la intrusión de un infectado, versus la temeridad de Stacey, que se anima a ignorar el toque de queda y lleva a Emma a una fiesta donde, como era esperable, se desata un festín gore con un amigo “viralizado”. Los directores Joost y Schulman hacen buen equilibrio entre el subgénero pandemia (del que Contagio, de 2013, fue un gran ejemplo) y un horror calibrado con buenas actuaciones, junto a una fotografía que enfatiza al sol asfixiante de California. Recomendada.