La clase B y el género suelen darnos películas que no nos duermen. Esta no es genial y parte de un lugar común demasiado repetido -sería interesantísimo saber por qué, lástima que aquí no hay lugar para hacerlo-: una epidemia que acaba con todo y vuelve peligrosos-zombies-sobrenaturales a los que la padecen. Más un par de hermanas que se encierran para salvarse, más la imposibilidad de hacerlo, más corridas, desesperaciones y un poco lo de siempre. Este film, hijo -como muchos- tanto de la obra maestra El enigma de otro mundo, de John Carpenter, como de la (otra) obra maestra La noche de los muertos vivos, de George Romero, tiene sin embargo algo que decirnos respecto del estado de desesperación (que es igual a falta absoluta de esperanza) en el que vive el mundo de hoy. Hay momentos, además, que eluden lo previsible, sin salirse demasiado del molde pero lo suficiente como para que uno sienta que está viendo el cuento por primera vez. Lateralmente, hay otro motivo para ver estas películas que -al menos- transpiran la camiseta: quizás alguno de los anónimos intérpretes alguna vez será famoso. Si se quiere asustar un poco, no lo dude.