El director uruguayo de «La Casa Muda» (2010) y «No dormirás» (2018) vuelve a traernos un film de terror con varios sellos distintivos que lo caracterizan como realizador.
«Virus 32» comprende una película de zombies rioplatenses que, a pesar de tocar ciertos aspectos ya explorados en varios films y series del género, igualmente logra interpelar al espectador gracias a un enorme despliegue a nivel técnico y visual, así como también al cobrar una mayor relevancia con el panorama pandémico que nos sigue asediando actualmente.
El largometraje comienza en las apacibles calles de Montevideo con un plano secuencia maravilloso que va relatando el comienzo de la propagación de un virus, mientras también nos van presentando a los personajes principales de esta historia. En pocos minutos comienza una masacre sin precedentes donde los enfermos se convierten en despiadados (y muy veloces) zombies que van cazando a las personas. En este panorama adverso, Iris (Paula Silva) trabaja como guardia de seguridad de un club deportivo, mientras cuida a su pequeña hija. Cuando llega la noche, los ataques de los zombies que se encuentran en las calles no tardarán en trasladarse dentro del club. Su única esperanza de salvación llega cuando descubren que después de cada ataque los infectados parecen tener 32 segundos de paz antes de volver a atacar.
Gustavo Hernández logra llevar los zombies rápidos y desenfrenados al estilo de «28 Days Later» (2002) de Danny Boyle, a un contexto más contenido y claustrofóbico dentro de las paredes de un club. El relato consigue dosificar bien los momentos de tensión y suspense que se van tejiendo lentamente, con los momentos de locura y urgencia, que van cayendo más sobre la segunda mitad del relato cuando las criaturas despiadadas comienzan a agolparse frente al club. Ese equilibrio entre la construcción de la tensión y las secuencias más de acción hacen que el relato sea sumamente efectivo y que no de respiro desde su elegante comienzo hasta un final que puede sentirse algo un poco más torpe pero igualmente efectivo.
Todo esto es posible, no solamente gracias a una impresionante puesta de cámara y a un increíble trabajo de producción sino también al tremendo compromiso de Paula Silva que le pone el cuerpo a Iris, a Pilar García que hace de la niña pequeña y al siempre cumplidor Daniel Hendler, componiendo a Luis en un rol importante dentro del relato.
«Virus 32» puede no ser grandilocuente al estilo «Train to Busan» u otros exponentes recientes dentro del género, ni tampoco contar con un guion novedoso, pero sí logra sorprender por la pericia de Hernández como director y en cómo consigue optimizar los recursos disponibles para brindar un producto sumamente entretenido y sólido.