Agnes Varda cumple en mayo 90 gloriosos años, conocida como la abuela de la Nouvelle vague, sigue activa, talentosa, querible, admirable. En este documental que realiza con el artista gráfico y fotógrafo JR (nominado al Oscar y premiado) recorre caminos con su socio creativo tan especial. JR se dedica a fotografiar y luego con esas tomas en gigantografías adorna trenes, paredes, tanques, contamines, fábricas, graneros, tinglados. Pero esa actividad de por sí tan llamativa tiene en la mirada y la comprensión de la directora un significados distinto y conmovedor. En su relato y en su mirada la conjunción es perfecta. La campera por empatía y sabiduría tiene un efecto profundo, bello, único. Pero esas experiencias que se detienen en una fábrica con su persona, en las mujeres de los portuarios transformadas en totems que se sientan literalmente en su corazón, en viviendas que serán destruidas pero hay una rebelde, también hay espacios íntimamente personales. Sus recuerdos, homenajes y dolores físicos. El dolor por el desprecio de otro mito Godard, la relación entrañable con su socio creativo y su familia. Una joven mujer sabia que afronta temas como sus problemas físicos y la muerte y da una lección de un cine que no podemos dejar de ver.