Will Spann (Gerard Butler) está llevando a su futura ex esposa, Lisa (Jaimie Alexander), a la casa de sus padres. No se han recuperado de la última crisis y este es el final. Pero cuando paran en una estación de servicio a cargar nafta, ella desaparece misteriosamente. Desesperado por localizarla, Will recurre a la policía, que no lo ayuda e incluso sospecha de él. Comenzará a investigar por su lado, metiéndose con el área criminal de la ciudad, esperando encontrar allí la respuesta al misterio.
Una estructura clásica que se ha visto en muchas películas y que suele funcionar bastante bien. Todo el problema es saber si la promesa inicial de suspenso y misterio será resuelta de manera satisfactoria. El comienzo está bien, las primeras complicaciones tienen la tensión adecuada y finalmente hay que tenerle mucha paciencia para dejar pasar las cosas muy mal resueltas de la última parte. Esta clase de roles pueden ir en dos direcciones diferentes, sirven para actores que pertenecen al puro cine de acción, cómo podría haber sido en este caso, o para actores dramáticos menos creíbles en su papel de vengador descontrolado. Gerald Butler se ha probado en ambos papeles, pero aquí podría haber funcionado mejor alguien más al estilo clásico de más acción y menos en drama, en particular teniendo en cuenta hacia donde va el guión. No estuvo lejos de lograr una película redonda, aunque se quedó sin idea hacia al final.