Un documental que busque ser al mismo tiempo una obra de arte gozosa es, desde ya, una sorpresa. Esta película de Tomás Lipgot constituyó uno de los momentos más alegres y divertidos del último Bafici y cualquiera que pueda acercarse a verla a partir del jueves no solo va a entender por qué, sino que va a recomendarla. El film trata sobre aquellas personas que han hecho del palíndromo (esas frases que se leen igual al derecho que al revés, pero el concepto puede superar la lengua) una obsesión. Y el film se contagia de todo eso. Pura alegría en forma de película.