Temas y dilemas en una profunda reflexión sobre la libertad
“Libertad”, dice el diccionario, es la facultad natural del ser humano para obrar según le parezca, o incluso no obrar, por lo cual es responsable de su actos. “¡Viva la libertà!” es el contacto de dos hombres con esta facultad: uno, la busca, y el otro, la ejerce y en su ejercicio la disfruta.
Por estar enmarcada en un contexto político extrapolable a buena parte del mundo denominado occidental, la película se hace universal desde lo concreto y particular. El líder de la oposición entra en crisis total - personal, ideológica, de electores - y la salida que encuentra es la huida y el refugio en la casa de una amiga, antigua amante, en Francia. Pero en Roma la vida sigue, y el aparato político no se detiene porque a un diputado se le ocurra tomarse unas vacaciones clandestinas, así que la mano derecha de Enrico Oliveri se ve loco para dar explicaciones y cubrir al político. Hasta que aparece la solución: el gemelo de Enrico, recién salido del centro psiquiátrico, acepta ser el doble de su hermano.
En ese momento las historias se bifurcan en un hermoso doble tratado de la libertad. Si bien la trama del político real, Enrico, en su estancia en Francia resulta algo predecible y consecuentemente aburrida por su falta de interés, la trama del nuevo político, Giovanni, aporta momentos exquisitos en su indagación en los distintos temas que trata.
Ahí radica una de las grandezas de éste filme, en la variedad de temas y dilemas que aborda sin necesidad de asignarles una trama a cada uno. La sutileza y la delicadeza de los diálogos, de las situaciones que remiten al pasado, que abren mundos que se intuyen sin necesidad de hacerlos aparecer en pantalla. Aunque esto es una virtud escasa últimamente en el cine, en esta realización quizás se traspasa la frontera y se dejan sin profundizar cuestiones - a las políticas me refiero - que un público ansioso de ver sus deseos en la pantalla hubiese disfrutado en verlas bien diseccionadas.
El tema del doble, ya convertido en leit-motiv dentro de la historia del arte, y por ende del cine, está tratado de una forma aunque transversal, hermosa. Dos personas idénticas en lo físico y extremas en personalidad, con las virtudes opuestas y los defectos cambiados, sólo necesitan encontrar su circunstancia favorable, su aquí y ahora preciso y exacto para ejercer su libertad.
“¡Viva la libertà!” es una historia de cambio: cambio político, cambio profesional, cambio personal y amoroso, cambio de perspectiva y de objetivos, cambio de rutinas y de exigencias. Es un canto a la libertad de poder elegir, de saltarse los moldes, de romper con lo establecido, con el hábito adormecedor. De atreverse.
Atreverse a hacer una película en la cual uno de los personajes, delante de una multitud abrumadora de gente ansiosa de libertad - para elegir su futuro, su vid- grite: “Yo estoy aquí para asegurar que no se diga que los tiempos eran oscuros porque ellos han callado”. Porque en democracia, por mucho que ésta se jacte de que no, también hay censura.