Sátira inteligente sobre el engaño y la política
“El cine y la política son dos mundos donde el genio y el engaño coexisten… y cuesta distinguirlos”. Le dice un director de cine a Enrico, ese líder de la oposición que un día, en plena campaña, decide irse de Roma, no avisar a nadie y marcharse a París a la casa de una ex. Estupor general por esta desaparición. Pero sus colaboradores cercanos encuentran una salida: el fugado tiene un hermano gemelo, Giovanni, que está medio loco, un tipo culto y extravagante. Otra vez genio y engaño. Encandila al electorado con sus ocurrencias y crece en las encuestas. La gente ignora que es un impostor y el filme pivotea sobre esa idea: el cine y la política necesitan del engaño; y el pueblo cree más en las ocurrencias de los desequilibrados que en las promesas de los dirigentes.
Toda su vida estos gemelos se aprovecharon de su condición y compartieron juegos y novias. La ex de Enrico, la parisina, admite que ella anduvo con los dos, que primero le molestó, pero después disfrutó del juego y los acabó amando. Y en Italia, la mujer de Enrico, que sabe del truco, se empieza a enamorar de Giovanni. El filme habla del atractivo del doble, pero va más allá: presenta la política como un juego donde siempre ganan los impostores; y postula que el poder inventa una realidad engañadora. El falso político llena plazas y gana votos con su trampa. ¿A la gente en el fondo le gusta que la engañen? El gemelo lo reemplaza y lo enriquece. Y al final nadie sabe quién es quién. Este juego de sustituciones y mentiras está hecho en tono de comedia. Es una sátira mordaz y agridulce. El autor es Roberto Andó, que fue asistente de Francesco Rosi, Fellini, Cimino y Coppola. “Viva la libertá” adapta su propia novela. Y está protagonizada por Toni Servillo, el magnífico actor de “La grande bellezza” un tipo socarrón, imprevisible, ladino, de mirada profunda, que, desde sus dobleces, nos dice que la verdad ya no cuenta ni en el arte ni en la política. ¿Ni en el amor?