Toni Servillo se ha convertido rápidamente en el actor del momento para la industria italiana. Bella Addormentata y La Grande Bellezza, fueron dos producciones que lo llevaron a la gloria y ahora es el turno en Viva la Libertá. En esta oportunidad juega un doble papel: un político engreído y un loco lindo.
Estos dos personajes son hermanos, el primero, Enrico, que se encuentra en primera plana de todos los medios ya que es el candidato opositor para las próximas elecciones; el otro, su gemelo Andrea, vive tranquilo en su departamento, ocupando su tiempo en la lectura y en el disfrute de la vida.
Cuando Enrico, cansado de tantas presiones decide ausentarse sin aviso, es Andrea quién ocupará su lugar y dará un giro sorprendente a la carrera política de su hermano que venía en decadencia. El detalle principal radica que Andrea sufre de bipolaridad, lo cual sus comportamientos llamarán la atención entre sus compañeros de partido, sus discursos al pueblo italiano y su falta de respeto al protocolo. Poco a poco, las disparatadas palabras de su gemelo comienzan a favorecer en las encuestas al partido.
Mientras que Enrico visita a una antigua novia que se encuentra en pleno rodaje en Francia y descansa entre puestas en escenas y decorados; Andrea es pura risa y morisquetas frente a un pueblo desconfiado.
¿Puede un loco comandar un país?
Roberto Andó, director de la película adaptó su propio libro El trono vacío para llevarlo a la gran pantalla. Magistralmente, Andó juguetea con el clásico cuento de cambio de roles -como se ha visto en De príncipe mendigo-, para contar la situación política y económica de Italiana.
De manera ingeniosa, el realizador expone con este cambio de roles, que ambos personajes se encuentran ejecutando una libre representación de la realidad.