Un guion solido traído a la vida con similar pulso narrativo e interpretativo.
La pasión es tan necesaria en tantos aspectos de nuestra vida, pero es un concepto que no podemos ver con claridad la mayoría de las veces por el peso de las responsabilidades que son inherentes a la vida adulta. Puede intuirse que ese es el mensaje que el realizador Roberto Andó quiere darnos con Viva la Libertad.
¿Cómo está en el papel?
Enrico Oliveri, el principal político de un partido de izquierda, no posee una buena imagen en las encuestas, y después de una conferencia nada exitosa, decide largar todo y huir a Paris para reencontrarse con una novia de su juventud. Mientras Enrico huye, los representantes del partido están desesperados porque no saben cómo lidiar públicamente con su desaparición. No obstante, terminan encontrando una solución en la forma de Giovanni, el hermano gemelo de Enrico, un profesor de filosofía retirado, que resulta es un paciente psiquiátrico recientemente liberado.
La película tiene sendos momentos cómicos en donde el personaje de Giovanni adopta la identidad política de su hermano. Las verdades que salen de su boca son tanto graciosas, como devastadoras, como veraces. Pero si bien este es el gancho, es en realidad una subtrama de la que es la verdadera historia de la película: la de Enrico, que al reencontrarse con sus dos amores -–el Cine y su antigua novia— se reconcilia con la vida.
El tema de Viva la Libertad es bastante claro: el de la pasión. Incluso es mencionado literalmente por el personaje de Giovanni. Ambos tienen un deseo frustrado que a lo largo de la película es cumplido. Enrico deseaba trabajar en el cine, pero la vida lo llevo a ser político. Giovanni deseaba transmitir su conocimiento y su pasión por la vida, pero su enfermedad no lo dejó. La vida les da una oportunidad, aunque sea por el más breve de los momentos, de demostrar como el amar lo que se hace es un gran plus que te convierte en un maestro e inspira lo mejor de aquellos que te rodean.
¿Cómo está en la pantalla?
La película esta filmada en un equilibrado Cinemascope, valiéndose de sobrios movimientos de cámara. El montaje es muy puntual y sabe cuando hacer equilibrio entre una historia y la otra. Cabe destacar que también tiene una muy buena utilización de la música que a modo de subrayar cada clima.
Pero el aspecto técnico es lo de menos, ya que en Viva la Libertad lo que brilla tanto como su guion son los intérpretes que dan vida a este. Aunque Valeria Bruni-Tedeschi (como la otrora novia) y Valerio Mastandrea (como el secretario de Enrico/Giovanni) entregan dignos trabajos, Toni Servillo (a quien muchos tendrán fresco por La Gran Belleza) es lo mas solido en este apartado, no tanto por la obviedad de lograr con creces el poder interpretar a dos personajes, sino de saber conmover con las idiosincrasias de ambos.
Conclusión
Viva la Libertad es una historia sobre el cambio de papeles, que como todas las buenas historias brilla por tratarse en realidad de algo más profundo. Cuando una reflexión tan profunda –como la de dar su lugar a nuestras pasiones– esta vehiculizada por una premisa tangible e incluso entretenida, estamos ante una peli que no tiene desperdicio.