Keira Knightley continúa su cruzada personal por convertirse en la actriz con la mayor cantidad de películas de época en su filmografía.
A esta altura ya es una abonada regular al género y aunque las historias en la que interviene no siempre despiertan el mismo atractivo por lo general a ella se la disfruta bastante porque es una muy buena actriz.
Viviendo con el enemigo es esa clase de drama con triángulos amorosos que por lo general son más disfrutados por el público que la prensa.
El director inglés James Kent, quien fue responsable de Testamento de juventud (2014), con Alicia Vikander, vuelve a construir un romance con un conflicto bélico como telón de fondo.
La trama se desarrolla en 1946 en una Hamburgo destruida tras el conflicto de la Segunda Guerra Mundial.
Una característica interesante de este film es el retrato que presenta de los bandos en conflicto tras la posguerra.
Desde el rechazo general que despertaba el pueblo alemán en el resto de la población a la secuelas psicológicas y el resentimiento que dejó el nazismo en sus seguidores.
Viviendo con el enemigo resulta una película muy atractiva cuando explora estas cuestiones y el dolor que acarrean los sobrevivientes que perdieron seres queridos.
Lamentablemente el foco del film no se concentra en este tema y eventualmente se vuelve mucho más trillada cuando la dirección se estanca en el melodrama romántico.
Keira presenta una sólida interpretación y está muy bien acompañada por Stellan Skarsgard y Jason Clarke quienes llegan a tener sus momentos destacados.
A medida que se desarrolla el conflicto el contexto histórico siempre resulta mucho más interesante que los dramas personales que viven los protagonistas que deriva en el cliché del affair extramatrimonial.
Aunque la producción del director Kent es impecable y cuenta con un buen reparto queda la sensación que el film tenía el potencial para brindar una obra superior de no contar con un guión tan predecible.
No obstante, los aficionados al género pueden llegar a disfrutarla con más entusiasmo.