Dentro de la trama vamos conociendo a un matrimonio, el coronel británico Lewis Morgan (Jason Clarke) y su esposa Rachael Morgan (Keira Knightley) que se ven obligados a trasladarse a las ruinas de Hamburgo y compartir su vivienda con el alemán Stefan Lubert (Alexander Skarsgård) y su hija adolescente Freda Lubert (Flora Thiemann), de ahí en más se siente cierta tensión, las angustias y lo que deja ciertos hechos producto de la guerra.
Se encuentra bien construida desde lo que se va generando entre esas personas que conviven en una misma casa, por momentos con choques de amor, de odio y de venganza. La soledad y la muerte, en algún momento los invadió, la falta de comunicación y los sentimientos enterrados que pueden generar distintos daños a las personas.
El director James Kent hace arder a los personajes en una fogata de pasiones, odio, deseo, en un desequilibrio emocional y abriendo la posibilidad que tiene una pareja de reinventarse. El actor australiano Jason Clarke (“El primer hombre en la luna”), logra un estupenda interpretación, le da matices y llega a momentos memorables cuando exalta sus emociones; la actriz inglesa Keira Knightley es un mujer fuerte pero a la vez frágil y transmite su tristeza desde lo gestual y el actor sueco Alexander Skärsgard (La leyenda de Tarzán) un ser que busca su identidad, su dignidad y la búsqueda de reconstruir una nueva familia.
El film narra los distintos momentos que viven las familias en el periodo de la posguerra, sobre todo está presente lo que fue dejando por dentro y bajo un ambiente desolador, todo lleno de escombros, cadáveres, dolor y sufrimiento. Si bien su desarrollo resulta previsible, goza de buenas actuaciones, tiene ciertos toques psicológicos, una adecuada ambientación, fotografía y música.