Si hay un premio sobrevalorado, poco confiable y carente de la más mínima objetividad, ése es el Oscar. Son innumerables las obras maestras que fueron ignoradas olímpicamente por la Academia, como Citizen Kane o 2001, Odisea del Espacio. Premió a filmes apenas correctos que se perdieron en la memoria del tiempo; colocó galardones según el color político de las épocas que corrían, y manejó una especie de justicia digitada según los valores propios del marketing. Si al menos Hollywood premiaba en los 40, 50 y 60 al espectáculo de calidad, en los últimos años se ha convertido en un show de lo que pretenden creer que es lo políticamente correcto. Con escasas excepciones, la mayoría de los títulos ganadores de las últimas décadas no han hecho nada memorable que los pusiera a la estatura de, p.ej., un El Padrino, un Casablanca, o siquiera un Annie Hall. Y The Hurt Locker (que se podría traducir por "el cerrador de heridas", una expresión que nació en los primeros escuadrones antibombas durante la Guerra de Vietnam) es el último nombre que se agrega a esa lista de filmes sobrevalorados.
Entiéndanme: The Hurt Locker es un muy buen filme, pero no un digno ganador del Oscar. Tampoco creo que el otro gran contendiente - Avatar de James Cameron - tuviera que ganarlo, ya que es un reciclado sci fi de Danza con Lobos, pero al menos Avatar tiene más momentos memorables y es más redonda en ideas que el filme de Katrhyn Bigelow. Acá se trata de una dramatización de lo que Mark Boal vivió como corresponsal de guerra durante la ocupación de Irak, a lo cual el mismo autor le sumó bastante ficción. El problema es que The Hurt Locker no termina de analizar en profundidad ninguno de los temas que sirve en bandeja - ni al desquiciado sargento James, ni a la guerra, ni a los responsables de los atentados -, y pone su mayor empeño en ser visceral y transmitir los horrores de la guerra... lo que termina por conseguir a medias.
En realidad ésta es simplemente la historia de un loco enamorado de la guerra. William James es la versión contemporánea del sargento Kilgore de Apocalipsis Now, sólo que adora el olor del Napalm a la mañana, a la tarde y a la noche. Uno no sabe si es un inconsciente, un valiente, un genio que se abstrae de lo que le rodea con tal de cumplir su trabajo, o simplemente es un sicópata en uniforme militar. Es eminentemente pragmático, visiblemente maniático, y constantemente impulsivo. No sigue las reglas, y es capaz de trabajar desnudo o meterse en la boca del lobo con tal de desactivar bombas.
Pero The Hurt Locker tampoco analiza demasiado a su personaje principal. La perfomance de Jeremy Renner es muy buena (parece el hermano menor de Daniel Craig), pero el libreto tampoco explora demasiado al rol como para que el actor le pueda sacar provecho. El filme termina, vienen los créditos finales, y el 99% de la audiencia se queda sin entender la esencia del impulsivo sargento del escuadrón antibombas.
En cuanto a la guerra, el filme muestra las secuelas, pero tampoco hace preguntas. Irak es un mundo sin reglas, en donde la muerte flota a cada instante en el ambiente; pero la película no toma ningún tipo de partido en lo político, lo cual es sorprendente. Los iraquíes rebeldes son los enemigos; pero nadie se pregunta por qué son enemigos y hacen lo que hacen - ¿no será que no quieren que nadie los invada y los ocupe? - . En ese sentido es tan aséptica que resulta aborrecible - al no emitir juicios de valor, su silencio termina por otorgar -.
A The Hurt Locker le faltaban más personajes (que representaran puntos de vista sobre la guerra y la ocupación) y un tono más discursivo. Así como está, sólo representa la tensión y la paranoia en medio de la guerra, generando buenas escenas de suspenso pero omitiendo tomar posturas o dar y/o ampliar explicaciones vitales que el relato precisaba.