Adrenalina sin reflexión
Pareciera ser la traducción que mejor sintetiza el argumento de esta multipremiada película dirigida por Kathryn Bigelow, ex esposa del director James Cameron, y con quien parece estar repartiéndose la mayor parte de los premios del 2010.
El film esta protagonizado por un trío de desconocidos, hecho que permite centrar el hilo narrativo en la acción misma, que comienza cuando el líder de un escuadrón especialista en desactivar bombas pierde la vida y llega en su reemplazo un nuevo sargento. James (Jeremy Renner) tendrá dos subordinados Sanborn (Anthony Mackie) y Eldridge (Brian Geraghty) que no pueden comprender el comportamiento imprudente de su superior y sólo piensan en los días restantes para abandonar suelo iraquí sanos y salvos.
Tal vez la cita introductoria "la guerra es una droga", extraída del libro “La guerra es la fuerza que nos da sentido” de Chris Hedges (ex-corresponsal de guerra de The New York Times y ganador del Pulitzer en 2002) al comenzar el film, sirva para explicar el comportamiento del sargento James y comprender que ésta no es una película sobre la guerra de Irak.
La ciudad de Bagdad solo es el escenario para narrar la tensión y adrenalina que viven los hombres de una unidad antibombas que enfrentan la muerte todos los días. Cualquiera podría haber sido el país o la guerra que la acción se mantendría de igual modo.
Narrada en un registro casi documental y con mucha cámara en mano, el film logra mantener la tensión del espectador ante la posibilidad de que una de las bombas explote, pero no alcanza a conformar un argumento sólido que devele un interés por la historia. Por momentos, se llega a desear que explote una bomba y acabe con el film.
La excelente banda sonora (a la altura de La caída del Halcón Negro) y el acertado criterio de encuadre en el juego de miradas sedimentan el merito de este film que no se interesa en profundizar sobre las causas de dicha guerra. En su discurso solo hay lugar para un par de líneas de reflexión verbalizadas por un soldado que sobrelleva el miedo mediante atención psicológica y Beckham, un niño que vende películas, y que nunca sabremos si fue utilizado como bomba humana o simplemente para mostrar como un país prepara a todos los niños por igual para un mismo objetivo final.
Bigelow se limita a filmar una película bélica, con un estilo propio, donde el principal objetivo es mantener la tensión del espectador situándolo en un escenario donde todos son potenciales terroristas suicidas y hasta una mirada puede hacernos volar.
Dato curioso: Su próxima película, Triple frontier, será otra de acción, centrada en la frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil. Si consideramos que en el 2008 dicho lugar fue escenario de una movida política internacional de la cual nunca supimos demasiado, ni lo sabremos, será interesante ver que sale de dicho film.