Érase una vez en Florida
Ben Affleck ha demostrado una y otra vez ser un director capaz desde su ópera prima. Empezando con los thrillers policíacos/criminales Desapareció una noche (Gone Baby Gone, 2007) y Atracción Peligrosa (The Town, 2010) y culminando con la ganadora del Oscar Argo (2012), podría decirse que mejora con cada nueva película. Vivir de noche (Live by Night, 2016) es su primer traspié - una película de género a veces entretenida que deja entrever halos de genialidad pero que a fin de cuentas resulta demasiado complaciente y divagante para su propio bien.
Affleck interpreta a Joe Coughlin, un veterano de la Gran Guerra que regresa a su Boston natal determinado a “jamás volver a cumplir órdenes” y se convierte en un ladrón de bancos y aquelarres mafiosos. Se enamora de Emma (Sienna Miller), amante del gánster irlandés Albert White (Robert Glenister), y termina en prisión tras ser traicionado. Al salir años más tarde el país se encuentra en medio de la Gran Depresión. Joe se enlista bajo el capo mafioso Pescatore (Remo Girone), quien lo envía tras los pasos de White a conquistar el crimen organizado de Florida.
El comienzo de la película sugiere una trama acotada construida en torno a una historia de venganza. En la práctica, Vivir de noche es una épica criminal que cubre varios años y varias tramas, entre las cuales se vuelve más y más difícil distinguir la central del resto. Joe se codea con la policía local, se alía con los cubanos y ofende a la vieja guardia de racistas que monopolizan el contrabando en plena Ley Seca (incluyendo la KKK). En medio de todo hay tiempo para una trama que involucra al jefe de policía Figgis (Chris Cooper) y su hija Loretta (Elle Fanning), que en tiempo récord: 1) va a buscar fama a Hollywood, 2) cae en la degradación absoluta, 3) se convierte en una cristiana renacida cuyos sermones complican los negocios de Coughlin. Coughlin no lo puede creer, la audiencia tampoco.
El ascenso de Joe al poder se convierte en una especie de cruzada social en la que Ben Affleck viene a defender los intereses de las minoridades étnicas por virtud de ser irlandés, trabajar para italianos y cortejar a la cubana Graciela (Zoe Saldaña). Se entrevista con burócratas e inversores y otros recalcitrantes defensores del status quo social y se embarca en reflexiones sobre el futuro de EEUU y su crisol de razas que por más nobles que sean - ahora más que nunca - serían más efectivos si fueran menos sermoneros y el apologista en cuestión no fuera el caucásico Affleck.
El personaje de Joe en sí es una enorme hipocresía por parte del guión. He aquí un criminal que una y otra vez insiste en que es un forajido antes que un gánster (la película termina reafirmando su idealismo con imágenes de vaqueros, ícono americano de la justicia por mano propia por excelencia) pero manda a matar como cualquier otro hampón y cuando le toca tampoco tiene mucho problema. En un momento de coqueteo Graciela le dice que no posee “la crueldad necesaria para ser poderoso”, lo cual podría decirse del propio Affleck sobre su papel. En otra época el papel del metódico criminal autoexiliado habría ido para Humphrey Bogart, el tipo rudo con corazón de oro por excelencia. Affleck interpreta el estereotipo con el corazón palpitante expuesto, sin ningún velo de misterio que lo cubra.
Quizás es más un problema de casting que de actuación, aunque Affleck se muestra un director más que competente cuando tiene que dirigir a los demás. El elenco entero es envidiable. El papel de Zoe Saldaña normalmente sería accesorio, pero logra conjugar un personaje en su propia ley. Los dos personajes más intrigantes son Remo Girone como el tenebroso padrino de la mafia italiana y Matthew Maher como un sociópata del Klan, ambos tan enérgicos e impredecibles que reaniman la película en lo que tienen de pantalla.
Vivir de noche podría haber sido tanto mejor que su resultado final. Hay mucho talento en juego. El elenco, la ambientación, la fotografía de Robert Richardson e incluso la base literaria (una novela de Dennis Lehane, que también escribió Desapareció una noche) prometen mucho más de lo que rinden, que es una película entretenida pero floja y no particularmente memorable.