La nueva película del director de “Argo” es una clásica historia de gangsters que transcurre en las décadas del ’20 y ’30 en Boston y en la Florida, con Affleck como un ladrón metido, a su pesar, en medio de una guerra entre la mafia italiana y la irlandesa. Zoe Saldana, Brendan Gleeson, Chris Cooper, Sienna Miller y Elle Fanning lo acompañan en esta producción correcta, cuidada y prolija pero que no logra ser del todo atrapante.
Hay cierto deja vu que se apodera del espectador apenas arranca VIVIR DE NOCHE, la nueva película del director de ARGO, Ben Affleck. Hemos visto ya incontable cantidad de veces películas sobre mafiosos en la primera mitad del siglo XX y, de entrada, está no parece diferenciarse mucho de aquellas. La película adaptada de una novela de Dennis Lehane se centra en un ex combatiente de la Primera Guerra Mundial convertido en ladrón de poca monta, un outsider que termina viéndose involucrado en medio de una guerra entre la mafia italiana y la irlandesa de Boston, en los años ’20. Hay un robo que no sale bien (notablemente filmado), un affaire amoroso con la amante de Albert White –el jefe mafioso irlandés– por el que se mete en problemas, y unos años en la cárcel. Y al salir de allí, el ladronzuelo Joe Coughlin (interpretado por el propio Affleck) es reclutado por la mafia italiana ya que, pese a ser de origen irlandés, su principal enemigo es el tal White.
Esto es solo el acto inicial de un filme que parece seguir de manera prolija, aunque un tanto anticuada, los pasos clásicos del cine de gangsters de los años ’30. Pero todo cambia cuando a Coughlin el capo italiano lo envía a manejarle los negocios a Florida. Más precisamente a Ybor, en las afueras de Tampa, considerado entonces una suerte de tierra de nadie donde las mafias (las mismas de Boston) se manejan libremente ante una policía (Chris Cooper) que hace la vista gorda. Coughlin llega y logra imponer su ley en el lugar, manejando a propios y extraños, como así también a los inmigrantes cubanos y de otras partes de América Central, que tienen peso y poder allí. Una de ellos es Graciela Suárez (Zoe Saldana), una inmigrante cubana de la que se enamora.
Para los que hemos visto cientos de filmes de gangsters esta es sin dudas la mejor parte del filme ya que describe un universo de mafias raramente mostrado en el cine. Hemos visto gangsters en Florida de los años ’80 para acá (la remake de SCARFACE, por ejemplo) o, en los años ’50 (como en EL PADRINO II), pero descubrir este mundo de mafias en este pueblito de calles de tierra, pantanos, casitas que dan a ríos y con una mezcla étnica y racial curiosa es algo inusual. Y por un rato la propia lógica de adentrarse a ese mundo (bares donde tocan música caribeña, mucho ron y diálogos en castellano) le da al filme un plus de curiosidad que el inicio no tenía. Affleck, evidentemente, quiere contar una historia que se despegue del probado relato gangsteril.
Los logros y problemas del filme de aquí en adelante tienen más que ver con dificultades de guión y con un personaje central que intenta, de modo poco creíble, mostrarse como un “buen tipo” en medio de las diferentes masacres, peleas y negociaciones que van transcurriendo allí, en un relato que cubre la época de la llamada Ley Seca y la Depresión económica. Hay evangelistas que quieren sacar a los mafiosos y sus casinos de ahí, aparece en escena el Ku Klux Klan y no hay un momento en el que Coughlin pueda sentarse a disfrutar los beneficios de su en principio exitosa operación.
La película se resiente especialmente en su última media hora, donde da la impresión que el Affleck guionista se topó con una novela inabarcable para sus dos horas de relato y empieza a resumir y pegotear subtramas y escenas de una manera un tanto torpe, al punto de tener casi cinco posibles finales distintos. VIVIR DE NOCHE (título que no parece tener mucho que ver con la película, tomando en cuenta la gran cantidad de escenas diurnas del filme y sí ser un homenaje a un filme clásico del género) no termina de crecer dramáticamente y sus distintas subtramas pelean entre sí por un lugar en la narración. De todos modos, como filme de gangsters old fashioned tiene unas cuantas escenas valiosas, como la citada persecución, un posterior tiroteo y algunos otros enfrentamientos de impactante resolución.
Affleck sigue siendo un actor demasiado poco expresivo como para permitir al espectador entender más a su personaje (y tampoco lo ayuda un vestuario, peinado y maquillaje que parecen presentarlo como un muñequito de cera) y son algunos de los secundarios los que levantan la temperatura en el filme, en especial Chris Cooper, Sienna Miller, Zoe Saldana y, en menor medida, Brendan Gleeson, Elle Fanning y la decena de mafiosos, religiosos y racistas de ambos bandos que circulan por las peligrosas callejuelas de tierra de Ybor. Pero Coughlin es un poco el hueco que hace caer al filme: un ladrón bueno, un gangster con corazón de oro, un tipo supuestamente noble metido en un trabajo peligroso. Pero es difícil creer su discurso (la película está relatada por su voz en off). Con un personaje un tanto más atractivo –y un actor un poco más relajado–, VIVIR DE NOCHE podría haber sido una mucho mejor película. Así es apenas un pasable pero discreto filme de un director del que todos esperamos mucho más.