El mafioso más bueno del mundo
Hay un grupo de personas con aspiraciones de provocar que confunde la corrección política con la puesta en práctica y la promoción de ciertos valores cristianos, humanistas, a veces también compartidos con las izquierdas. Según esa idea, un progresista (como antagonista de un reaccionario) vendría a ser un estúpido. A su vez, también se suele confundir la provocación (casi siempre bienvenida) con la simple agresión. Las nuevas derechas supieron conseguir gracias a estas confusiones y al marketing del cinismo, una renovación de imagen. De todos modos, este preámbulo no es para negar que hay, en ocasiones, una búsqueda de corrección hipócrita que exaspera, ni para bancarle la parada al último Affleck y su -en este caso sí- corrección política, sino simplemente para no caer en la bolsa de los que se inflan el pecho de una supuesta incorrección cuando, en realidad, simplemente promulgan viejas ideas tanto de derechas liberales como conservadoras.
Decimos que en Vivir de Noche (Live by Night, 2016) sí hay una corrección buscada que molesta porque Affleck quiere interpretar al mafioso más bueno del mundo; un capo que sería aprobado por los que cranearon el código Hays. Desde su elección como protagonista, con esa cara de bonachón, hasta sus enfrentamientos con detestables miembros del Ku Klux Klan, el actor/director nos pretende vender a su mafioso bueno al que podemos aplaudir desde nuestra zona de confort, no vaya a ser cosa que sintamos empatía con un criminal de verdad. Es la antítesis de un Tony Montana, desde lo moral hasta lo corpóreo; porque no sólo presenciamos la limpieza espiritual y política de Affleck, sino la falta de cuerpo, de sudor, de sangre, de mugre. Los asesinatos son tan estériles como el sexo.
La forma en cómo está encarado el dilema moral y lo aséptico de la propuesta no representan los únicos inconvenientes; hay otro gran problema en lo narrativo -y seguramente sea un problema más importante aunque en este breve texto se lleve menos caracteres-. Si algo había demostrado Affleck, sobre todo con la muy buena Atracción Peligrosa (The Town, 2010) pero también con Argo (2012), es la potencia narrativa. Por el contrario, Vivir de Noche parece estar sostenida sólo desde la dirección de arte y la fotografía; el gran trabajo pareciera estar puesto en el cuidado estético superficial. A diferencia de sus trabajos previos, no logra generarnos un interés continuo porque no logra generar la cohesión ni la acción que sí conseguía en las anteriores, en las que también (nos) ahorraba tanta oralidad y tanta musiquita melosa tan de señora correcta y aburrida.