La cuarta película del famoso actor e interesante director Ben Affleck es otro film entre los cientos que existen sobre la mafia. Ni se la recordará como una novedad en el género ni como un hito en la carrera de su director
La fascinación por los retratos de la mafia en el cine se explica por la posibilidad de espiar el funcionamiento del poder económico y el espurio origen de las riquezas sin la parodia de un mundo que pretende estar regido por leyes y sujetos obedientes. La voluntad de poder y acumulación se desnuda desvergonzadamente y apenas queda en pie el valor más egoísta y visceral de todos: el cariño por la descendencia. El dinero es un absoluto insustituible, pero el amor a un hijo también.