Raya (María Belkin) y Victor Frenkel (Vladimir Friedman) llegan a Israel ya mayores, se los nota abrumados, estamos en septiembre de 1990, vienen desde lo que sabemos que en unos meses dejará de ser la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El estado de Israel los recibe aunque no es que esté pasando por una situación próspera, porque están en guerra y en cualquier momento Sadam Husein puede bombardear el país. Los primeros días de estadía son de puras sorpresas, no todas agradables, y de búsqueda.
Voces de oro es una pequeña película que ha pasado por distintos festivales y tiene la virtud de ir directo al grano y de contarnos la inserción de la pareja rusa en su nuevo país. Ambos son actores de doblaje, Victor ha puesto la voz para darle vida al Spartaco de Kirck Douglas o a Dustin Hoffman en Kramer Vs Kramer, porque en la Unión Soviética eran estrellas del doblaje y personajes influyentes en el mundo del cine, pero ahora cargan con esa mochila entre los exiliados rusos pero con la fama no alcanza y de alguna manera hay que pagar el alquiler y la comida.
Raya va encontrar un lugar en un sitio de sexo telefónico, primero con miedo y luego con cierta maestría se convierte en Margarita y hace estallar de placer a los inmigrantes rusos que llaman a la hotline. A Victor se le hace un poco más complicado y va a deambular por la ciudad repartiendo volantes para el municipio hasta que un amigo productor le hace poner la voz para un aviso de lo que hay que hacer si Saddam llega a mandar misiles. La rutina de esos rechazos lo va volviendo cada vez más hosco, mientras que su mujer se va acomodando en su papel de musa de onanistas telefónicos. La llegada de los inmigrantes rusos crea nuevos nichos económicos, algunos oficiales y otros que bordean lo ilegal. Repartiendo los volantes municipales Victor se encuentra con un videoclub (sí, ya sé que los centennials no saben de qué estamos hablando) especializado en público ruso y por supuesto, para ese público las voces de Ray y Víctor son para los emigrados un recuerdo de los días felices de su juventud, así que ahí anda el actor de doblaje, volviendo a su viejo amor poniendo esta vez su voz a éxitos del nuevo Hollywood.
La película avanza mostrando las dos actitudes disímiles ante la nueva vida que de alguna manera desgasta a la pareja, cada uno tendrá su propia forma de adaptarse y la historia deja espacio para celebrar al cine clásico, el arte y contar esa adaptación de los rusos inmigrantes a su nueva realidad.
VOCES DORADAS
Golden Voices. Israel, 2019.
Dirección: Evgeny Ruman. Guion: Ziv Bercovich, Evgeny Ruman. Intérpretes: Vladimir Friedman, María Belkin, Evelin Hagoel, Uri Klauzner. Música: Asher Goldschmidt. Fotografía: Ziv Berkovich. Duración: 88 minutos.