Vuelo remanido, pero simpático
La historia de un chico con un defecto físico que supuestamente le impediría practicar cualquier tipo de disciplina atlética, pero que con una tenacidad infinita logra convertirse en campeón de salto en esquí, es el tema de una película pequeña, simpática y muy parecida a muchísimas otras.
Taron Egerton es Eddie Edwards, el chico que crece fracasando en todo deporte hasta que se decide por el salto en esquí, actividad temible consistente en arrojarse por gigantescas rampas de hasta 90 metros de altura. Hugh Jackman es el simpático esquiador fracasado que, harto de ver cómo el jovencito parece estar siempre a punto de romperse todos los huesos, se convierte en entrenador, y Christopher Walken, en un papel decididamente no a la altura de su talento, es el antiguo entrenador del personaje de Jackman.
La historia es muy localista y el deporte bastante elitista, pero hay un punto universal que se refiere a los esfuerzos del protagonista no sólo para dominar la disciplina en cuestión, sino también para vencer las trabas de la burocracia británica para competir olímpicamente debido, entre otras cosas, a que el salto en esquí no se practicaba en el Reino Unido. Más allá de todo esto, lo cierto es que la película es razonablemente divertida en las escenas no deportivas, y realmente muy bien filmada a nivel gran espectáculo en las escenas de los alucinantes saltos que debe intentar Eddie the Eagle. Aunque lo cierto es que todo luce un poco remanido.