Sobredosis de emoción
¿Qué puede agregar de nuevo Volando alto (Eddie the Eagle, 2015) al relato de superación personal? Nada, no hay nada en el film que no hayamos visto pero es la manera de articular la batería de efectos cinematográficos que la película tiene a disposición aquello que la hace funcionar sensitivamente.
Eddie “el águila” Edwards es un inglés obstinado devenido en deportista cuya fama fue adquirida en los Juegos Olímpicos de invierno realizados en Canadá en 1988. Su épica es narrada por Volando alto siguiendo la estructura del film deportivo sumado al de superación personal tantas veces vista. Pero aquí lo importante no es el qué se cuenta sino el cómo. Basta enumerar la cantidad de recursos que pone la película en funcionamiento para emocionar al espectador. Y lo consigue.
Cómo todo deportista surgido inesperadamente, Eddie (Taron Egerton, Kingsman: El Servicio Secreto) tiene más de un no en su camino. Su padre, el primero, el comité olímpico británico, el segundo, sus compañeros “competitivos”, tercero, y algunas más. La película sabe que en la cantidad de veces que fue contada esta historia no puede hacer otra cosa que construir todos los personajes desde los estereotipos. Y lo hace pero de manera consiente, hecho que la ubica con cierta superioridad frente al resto de películas similares. La clave es el humor, en donde la banda sonora tiene mucho que ver, con el tema “Jump” de Van Halen sobre el final.
Pero no es lo único. El ex deportista que se niega a entrenarlo –hasta ser convencido- es Hugh Jackman, ideal para este tipo de roles –de hecho cumple un papel similar entrenando robots en Gigantes de acero-, el segundo personaje en auto superarse. Cuando la película comienza a perder el impulso rítmico inicial aparece el actor de Wolverine para elevar la atención nuevamente. Con toda la garra que el hombre sabe ponerle. Hacia el final otra vez baja el ritmo y surge en escena Christopher Walken, otro grande que con un par de frases inyecta adrenalina a cualquier film.
Volando alto no trae nada nuevo en materia cinematográfica pero sabe ubicar los elementos a la perfección como si se tratase de un rompecabezas donde cada pieza encaja donde tiene que encajar, para generar un entretenimiento efectivo acerca del primer inglés esquiador en destacarse en los juegos olímpicos de invierno en salto de sky.