Volando alto es de esos largometrajes que te inspiran, de esos que te logran deslumbrar con una historia de vida tan maravillosa que le cabe el mote “de película” con todas las letras.
Yo no sabía nada de Eddie “The Eagle” Edwards y quedé completamente cautivado por su historia y la brillante interpretación que brindó Taron Egerton, a quien hace poco lo vimos en un papel totalmente diferente en Kingsman (2014).
Las Olimpiadas de Invierno que se celebraron en Calgary, Canadá, en 1988 tuvieron un par de excentricidades que dieron que hablar y luego se convirtieron en material fílmico: el equipo jamaiquino de trineo sobre el cual se inspiró el film Jamaica bajo cero (Cool runnings, 1993) y ahora la historia de este delirante que de un día para el otro decidió que iba a saltar en sky.
Esta producción viene bastante demorada (como unos 20 años) pero recién se puso seria en 2007 cuando el director irlandés Declan Lowney se sumó al proyecto. El protagonista iba a ser Rupert Grint pero sus compromisos con las últimas dos entregas de Harry Potter no se lo permitieron. Eso sumado a la falta de chapa del director hicieron que el proyecto se cayera una vez más.
No fue hasta que el actor devenido en director Dexter Fletcher tomó las riendas que todo volvió sobre rieles. Cabe aclarar que si bien hoy esto es una película que distribuye Fox internacionalmente comenzó como una producción independiente.
La sumatoria de Hugh Jackman le dio otro tinte, y él cumple muy bien el papel de entrenador en busca de redención.
La fotografía es buena pero aparenta ser mejor de lo que en realidad es gracias a los planos de saltos y las subjetivas en esos momentos. No hay mucho más que destacar en ese aspecto como si hay que hacerlo con la excelente banda sonora que contiene un compilado espectacular.
Volando alto es una película que en apariencia dice poco pero que luego tiene mucho. Es imposible que no se te dibuje una sonrisa con el carisma de Eddie y su gran aventura.