Basada en la biografía del esquiador Eddie Edwards, apodado como "El Águila", nos llega una de ESAS historias que casi nadie conoce, por poca popularidad, relevancia o simple alejamiento del deporte que referencia, que sin tener una gran base construye una trama espectacular y nos invita y hasta incita a explorar el tema que nos compete y porque no, interesarnos como una nueva afición a la aplicación o seguimiento audiovisual.
Con un fuerte uso del recuso de auto superación, “Volando Alto” nos mete de lleno en una historia que va de menor a mayor y que nos lleva a conocer las distintas facetas de madures no solo de Eddie Edwards, sino de prácticamente la totalidad del elenco que lo rodea y eso es lo que la convierte en una trama tan madura, que ante la complejidad de traernos una historia verídica lejos está de aburrirnos, caso contrario, catalogada perfectamente en una comedia dramática que lleva a replanteamientos, risas y fuertes emociones . Si bien Eddie, a lo largo de los 3 actores con los que es representado se lleva la línea principal de la película, todo lo que le sucede, hace o dice repercute en cada uno de sus allegados que en forma más o menos lenta el espectador empieza a sentir el cambio, principalmente con Terry (Keith Allen) y Bronson Peary (Hugh Jackman), dando aún más grandeza al film y llevándolo a un sentido más amplio que el de la biografía y el logro obtenido por el personaje principal que es ENORME dadas las adversidades y peligros que debe afrontar desde su niñez hasta su madures y que nos lleva a decir: ¡No matemos los sueños de nuestros hijos! Si bien no podemos comparar la interpretación de Taron Egerton con su papel asignado por un tema de material bibliográfico, el desempeño es más que aceptable para el espectador y correcto según medios internacionales, dejando de lado algunos gestos que realiza y que por momentos parecen demasiado forzados.
Técnicamente nos encontramos con una producción más que digna. El guion, que al igual que la dirección esta manejado por prácticamente debutantes en la materia, no tiene altibajos manteniéndose durante lo largo del film en buen nivel y profundizando para lo dramático o cómico cuando la producción lo amerita. Visualmente la producción tampoco desentona, si bien en la mayoría de las escenas abunda la nieve las distintas locaciones están bien editadas para la época y hay un gran uso de los planos en las escenas que lo requieren, o sea, la de los bifes contra la nieve. Lo que sí, se extraña el uso de material bibliográfico original en las escenas, tan característicos del género y que en esta producción es prácticamente nulo aunque justificable dado la época y como se van desarrollando los eventos.
Por el lado de la banda sonora, principalmente instrumental, es uno de los puntos flojos de la producción. Si bien las composiciones están bien realizadas contemporáneamente, es algo acotada y sumamente repetitiva.