Relato salvaje
En ese contexto, una comedia sexual tan desinhibida, franca y hasta un poco guarra como Vóley se agradece, aun con sus problemas. Segundo largometraje como guionista y director de Martín Piroyansky tras Abril en Nueva York, se trata de una película coral de enredos (ligados al sexo y las drogas, sobre todo) sobre seis amigos que viajan durante unos días de fin de año a una casona en el Delta del Tigre.
El anfitrión y motor del relato es Nico (el propio Piroyansky en plan ego-trip), un muchacho de veintipico que invita a sus compinches de toda la vida: su amigovia Pilar (Inés Efrón), Cata (Vera Spinetta) y Nacho (Chino Darín) con su novia Manuela (Violeta Urtizberea). El protagonista es bastante lancero con las chicas y las cosas se complicarán aún más cuando Manuela invita -sin consultar al resto- a Belén (Justina Bustos), una bomba sexual que, claro, despertará una explosión hormonal en los dos muchachos del grupo.
Puede que no todas las situaciones sean igual de inspiradas, que exista un tufillo misógino y sexista, que surjan algunos caprichos y arbitrariedades, pero así y todo Vóley es -como su título lo indica- una experiencia lúdica (¿deportiva?), con algunos pasajes realmente hilarantes, una muy digna factura técnica y una capacidad de provocación infrecuente por estos lares. Una película en algún sentido generacional y una cachetada a tanto cine argentino solemne, políticamente correcto e “importante”.