Voley

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hay en “Voley” (2014) de Matías Piroyansky, una apuesta a un cine de género, con reglas bien específicas y sólidas, que al minuto uno del filme afirma su propuesta y nos invita a disfrutar y reirnos.
El director pone en imágenes aquellas clásicas comedias de enredos amorosos entre jóvenes, que tantas veces hemos visto, pero con la habilidad que en esta oportunidad el placer de género se deposite en, no solo las idas y venidas entre los protagonistas, sino que, principalmente, queramos que su personaje principal, Nicolás (Martín Piroyansky), el conductor de toda la trama, llegue a buen puerto en su intento de conseguir lo que quiere.
¿Y qué es eso que quiere? Estar con cada una de las mujeres que se le cruzan por delante, creyendo que el “amor” nunca lo tocará hasta que…
En “Voley” todo comienza cuando cinco amigos se embarcan para pasar la noche de fin de año en una casa de una isla del Tigre.
Aislados de todo y sólo con la compañía que se pueden brindar entre sí entre el grupo se armará una dinámica particular a partir que uno de ellos, Nicolas (Piroyansky), trate de estar con todas las mujeres del grupo.
En este “tratar estar con todas” podremos ir conociendo al grupo de amigos de la infancia, que solo sabe Dios por qué motivo siguen insistiendo con verse.
A ellos, sin previo aviso, se sumará, Belén (Justina Bustos) una femme fatale que se transformará de inmediato en la obsesión de Nicolás, pero también silenciosamente la de Nacho (Chino Darín), quien a pesar de estar de novio hace años con Manuela (Violeta Urtizberea), una controladora e insoportable mujer, se siente atraído hacia la extraña “nueva” que pasará unos días con ellos.
Hay otros dos personajes, Pilar (Inés Efrón), una joven “mística” y sensible, que tiene algo con Nicolás a espaldas del grupo, y Cata (Vera Spinetta), la solitaria del equipo que nunca va a tener nada agradable para decirte.
Cuando los días pasen y el calor y la convivencia aflojen las tensiones, el grupo verá cómo la amistad será puesta en juego por los intentos de cada uno de ellos de estar con el sexo opuesto, y a medida que avance el metraje, las opciones de “parejas” se irán multiplicando hasta el punto que todos terminarán engañando a alguien con uno del grupo.
En “Voley”, a diferencia de su experiencia anterior “Abril el Nueva York”, donde todo era más libre e improvisado, Piroyansky logra un buen ritmo y situaciones graciosas a fuerza de punchline y timming correcto, pudiendo reversionar la comedia romántica americana en una serie de situaciones que se desencadenan y producen efecto dominó en sus protagonistas.
La solidez del guión, además, le permite concretar los límites de sus personajes, uno más interesante que el otro, a los que hará participar de una guerra de sexos que culminará demostrando que aún el macho alfa puede ser domado a fuerza de oposición, gritos y feelling instantáneo.