Historias de vida, de familias, amor filial, de prejuicios, de amor y desamor, engaños y fidelidades, la vida tal y como se presenta en la sociedad actual donde los tiempos acelerados va cambiando las costumbres cotidianas.
Lo fortuito como parte del devenir, o será el destino, un tonto accidente de transito nos puede cambiar la vida, tal y como la fuimos construyendo.
En Moscow, un barrio a las afueras de Gante, Bélgica, poblado en su gran mayoría por la gente perteneciente a la clase obrera, nos encontramos con Matty (41 años), madre de tres chicos, quien colisiona tratando de salir marcha atrás en el estacionamiento de un supermercado con el camión de Johnny (29 años), quien no debería estar circulando por ese espacio, pero que furibundo por a consecuencia del choque que afecta su guardabarros, reacciona violentamente, agrediéndola verbalmente.
Tal la presentación de los personajes, para una historia de “amor”, o “necesidades”, de soledad de uno y también de subsumisión por el deber del otro.
Un deber que se impone como un muro y que no le permite ver su propia soledad a Matty.
Una necesidad de afecto que no le permite a Johnny elaborar correctamente la ruptura de otro amor.
La obra está construida a partir de estos personajes. El mundo de esta mujer, sus relaciones afectivas, sus hijos y un ex – marido que rondando los 40 años se ve enfrentado a la pérdida del cuerpo joven.
Hay un dicho que que sostiene que si después de los 40 no te duele nada, es porque estas muerto.
Por otro lado el solitario mundo de Johnny, vive dentro de su camión y sus relaciones se circunscriben a la radio dentro del vehiculo.
Utilizando un estética naturalista, el arte y la fotografía puesta al servicio de la narración, pasan como desapercibidas para el espectador, por momentos hasta parece que la cámara es un testigo más de la historia de estos personajes, con un diseño sonoro acorde y muy buenas actuaciones de actores desconocidos para el publico argentino.