Una lágrima cae por el rostro de Liliane/Laura (Isabelle Huppert) al final de la película. Es el asomo imprevisto de una despedida. Acaso Souvenir (2016), sepa engañarnos con la idea de que los regresos para los artistas son posibles después de un intento fallido.
Traducida en Argentina como Volver a Empezar, su título original en francés da nombre a la canción que hizo famosa a Laura hace unas cuatro décadas en el concurso de la canción europea. Ahora se dedica a decorar patés en una fábrica y vive de forma anónima, hasta que la reconoce Jean (Kévin Azaïs), un aspirante a boxeador que empieza a trabajar en la fábrica. Juntos planifican el regreso de ella a los escenarios.
La mayor fuerza del film recae en su manera de retratar la rutina que devora la vida de empleada de Laura. Paté tras paté, pasan los días sin que haya mucha interacción entre ella y sus compañeros de trabajo. Huppert no victimiza a Laura, sino que con su indiferencia natural acepta el paso de días inertes incluso con los primeros acercamientos de Jean. Es cuando ella accede a cantar “Souvenir” en una reunión de él cuando Huppert nos engatusa con su coreografía sencillísima, su voz y este vestido rojísimo que lleva con soltura. La canción -escrita por el mismo director del filme e Yves Verbraeken, uno de los guionistas-, ofrece el primero de los dos o tres momentos mejor llevados en la película. Porque Huppert electriza la pantalla con su canto y así nos enamora de una de las mejores maneras como puede ser enamorado el ser humano: a través de la voz que canta. Este reconocimiento probablemente sea un lugar común del amor, pero lo cierto es que la sola energía de la actriz en tal escena hace que salga airosa y que el romance entre Huppert y Azaïs sea creíble.
El resto de la película sigue la ruta de cumplir las expectativas de una segunda oportunidad aprovechada con una relación improbable entre los protagonistas en el medio. No hay muchas sorpresas en la trama, ni siquiera la esperanza final, pero no hacen mucha falta. La atracción entre la experticia de Huppert consumida por la rutina laboral y la jovialidad de Azaïs está condimentada con dosis de humor para mantener un ritmo digerible. El film no cansa, y si bien se enreda entre omisiones por parte de ambos personajes principales, también brinda dos momentos más de canto, con “Joli garçon”, que son bienvenidos como oportunidad para escuchar de nuevo a Isabelle Huppert.