Si te amé, no me acuerdo
Una mujer pierde la memoria: su marido, triste.
La fórmula de este melodrama de fórmula es sencilla. Un accidente le “borra” a una mujer (Rachel McAdams) los últimos cinco años de su vida. Los que transcurrieron desde el exacto instante -porque en los filmes esquemáticos no hay progresión sino instantes bisagra- en que mutó de conservadora a progresista. Entre medio se casó con un hombre (Channing Tatum) que representa(ba) a sus nuevos valores. Valores que ahora ella olvidó, igual que a su marido.
Si uno sostuviera que la película no les teme a los lugares comunes, la cursilería o incluso el ridículo, al lector pensaría que, al menos, Votos...
es un desbocado culebrón. Nada de eso. Contiene, sí, los elementos del culebrón, pero atenuados, decolorados, diluidos. Todos los personajes -el marido, el ex novio yuppie que intenta aprovecharse de la amnesia, los rígidos padres de ella (Sam Neill y Jessica Lange)- son, en el fondo, tibios, chatos, ni siquiera tan malos... La fórmula, entonces, no sólo es sencilla sino blanca.
El centro de la trama es la reconquista sentimental. Pobre esposo. Siempre hay que evitar -el que no lo sepa, que lo sepa ahora- el regreso a los lugares en los que uno fue feliz, sobre todo en pareja. Pero volver a ellos con la misma mujer, a la vez convertida en otra, puede ser el colmo de la frustración... Pensándolo bien, esta película deja grandes enseñanzas.
Por último aparecen el “basada en hechos reales” (frase que intenta otorgarle verosimilitud a lo que no lo tiene), la tentación de aclarar “Sólo para los/las amantes del género romántico” (una obviedad) y la sensación de que cierto cine de Hollywood es, hoy, menos intenso que una vida cualquiera.