Un hit de la canción homenaje.
Todo se reduce al camino vacilante que recorre una joven hasta llegar a obtener éxito mundial como una sensación musical terrible, llorona y narcisista. Queda clara la presencia del espíritu comercial pop: la película está dirigida a un público adolescente que no tiene ganas de pensar demasiado y que sólo se siente bien al escuchar música sin contenido. La canción original “Wrapped Up” es lo único que logra sacarte el mal sabor que te deja este filme.
Bajo la narración invisible de Willem Dafoe -la injustificada elección de créditos que resulta en un desafortunado toque estilístico-, Vox Lux: el precio de la fama (2018) narra una historia dividida en 3 actos de manera infundada. Celeste (Natalie Portman) se transforma en una estrella de pop tras vivenciar una tragedia traumatizante en su adolescencia y llega el momento de confrontar su legado en las horas previas a un gran concierto en su ciudad de origen. Es guiada por su manager (Jude Law) y acompañada por su hermana Eleanor (Stacy Martin) e hija adolescente Albertine (Raffey Cassidy) –actriz que además interpreta a la joven Celeste-, con quiénes mantendrá unas disputas sin profundidad.
Brady Corbet dirige y guiona este film, que es demasiado confuso y pretencioso. Si bien cuenta con cimientos dramáticos, el desarrollo es tan bizarro que convierte ese suceso en algo superficial consiguiendo una historia que no solo no logra ser interesante y es aburrido, sino que subestima al espectador atraído por sus protagonistas, puesto que son excelentes actores. Corbet tuvo en sus manos la posibilidad de explorar y explotar el lado B de una estrella pop de una manera diferente; sin embargo, sucedió lo opuesto. El guion es incoherente, débil, no creíble, hay diálogos incongruentes con escenas que sobran y no aportan para dar profundidad a la trama; además situaciones sacadas de la galera que solo desordenan al espectador. Una desaprovechada Portman que no aparece sino hasta la mitad de la película y si no la conociéramos por su excelente performance como actriz, podríamos afirmar que peca de sobreactuación, para conformar un insoportable personaje, que no tiene motivos para actuar como lo hace en su adultez, en la que podría ser la peor interpretación de su carrera. Tanto a Portman como a Law, se los ve “actuando forzosamente”, para adaptarse a un guion que tiene graves problemas desde el comienzo y no fluye.
Corbet se aventuró con un proyecto demasiado pedante y ambicioso. Vox Lux: el precio de la fama es una declaración sobre la cultura pop vacía con un resultado molesto e irritante como las letras de las canciones. No queda claro el mensaje a comunicar por parte del cineasta y éste sea quizás el error más grave de la película.