Efecto Haneke
Brady Corbet, es director y actor, para revivir la memoria, lo recordaremos como uno de los loquitos que entra a torturar a una pareja y su hijo en de Funny Game del 2007 de Haneke. Corbet tiene una muy buena opera prima que es The Childhood of a Leader, en donde explora el terror psicológico que mamara de la cuna de Haneke. Pero en Vox Lux, su segundo largometraje, las cosas nos son tan fortuitas. La película arranca bien, una voz en off (imposible no reconocer a William Dafoe como orador) nos introduce en una historia que tiene el tono lúgubre no sólo del cine de Haneke, sino también del cine Yorgos Lanthimos.
El relato en off, cuenta la historia de Celeste (Raffey Casidy/Natalie Portman) desde su adolescencia hasta su madurez como una cantante pop famosa. Un suceso trágico en su juventud la lleva a posicionarse como una artista megafamosa. El principio nos toma por sorpresa, y eso está bueno, un disparo sorpresivo, convierte la historia en culebrón, la sordidez de los primeros minutos, meten estupor e intriga de los hechos que se sucederán.
Celeste, tiene una languidez esbelta, ojos azules y se desenvuelve en escena de manera perfecta (Cassidy es realmente genial), la inocencia de las primera secuencia, pinta bien. Dividida en salmos, la película es un oxímoron sobre la fama no buscada. La metáfora y las promesas oníricas del relato, llevan una historia interesante al delirio. Celeste crece, y aparece Natalie Portman, que nada tiene que ver estéticamente con la Celeste Joven. El histrionismo exacerbado de Portman, hace decaer la película hasta llevarla en picada. Hasta los números musicales son malos, y me cuesta creer que Corbet haya optado por la parodia. Una película que vale sólo por la primera hora.