Simpatía por el Demonio
Cuanto más atractivo sea el villano, mejor será la película, decía el maestro Alfred Hitchcock. El Josef Mengele del nuevo film de Lucía Puenzo, sin duda podría haber pertenecido a la galería de grandes villanos del creador del suspense. Un hombre atractivo, inteligente, amable y educado, que al mejor estilo de La Sombra de una Duda, enseguida entabla una fascinante relación con una joven de 12 años, que sin embargo, por un desarrollo óseo, aparenta tener cuatro años menos.
El tema es que este hombre no es ni más ni menos que el científico a cargo de experimentos genéticos durante el nazismo que tras su salida de Alemania, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, vino para seguir desarrollando sus experimentos en Sudamérica, en vanos intentos por continuar con la raza aria. Bien se puede recordar el clásico de Franklin J. Schaffner, Los Niños del Brasil (basada en la novela de Ira Levin), con Laurence Olivier como un cazador de nazis israelí y Gregory Peck en el rol del famoso médico. Sin embargo, la concepción del mismo personaje en la piel del español Alex Brendemühl es mucho más intensa y atractiva que la del actor de Matar a un Ruiseñor. Y que quede claro, no estoy defenestrando a una leyenda de Hollywood, simplemente resaltando que Puenzo ha logrado en forma soberbia, dotar de humanidad y sensibilidad a un monstruo, consiguiendo que al igual que Joseph Cotten en La Sombra… éste termine siendo simpático y querido por el espectador. Y también por los personajes. Porque si hay una relación que resulta interesante en el film es la de este médico alemán interesado en el desarrollo corporal de la pequeña Lilith, gran descubrimiento de Florencia Bado...