Un ejército de desagradables orcos invade la tierra y los humanos, aliados con algunos de ellos, deben defenderse. Este traslado al cine de un exitoso videojuego respira como película autónoma y hasta entretiene, aunque uno esperaba más de Duncan Jones, hijo de David Bowie y director de la notable En la Luna. Los efectos especiales son desmesurados y comiqueros, el argumento plagado de solemnindades. Entre batallas salpicadas de sangre verde y un grupo de actores solventes, encabezados por Travis Fimmel, de Vikingos, una fantasía con aire de clase B que se deja ver y no quedará en el recuerdo.