Warcraft: El primer encuentro de dos mundos

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Duncan Jones llamó la atención como promesa tener en cuenta con su primer film, En la luna (Moon, 2009), una producción pequeña e independiente con elenco unipersonal que remitía a ciencia ficción introspectiva de los 60 y 70. Su segunda película, 8 minutos antes de morir (Source Code, 2011), todavía con un presupuesto mediano, confirmó la promesa, con una historia intrincada que le debía un poco a la paranoia de Philip K. Dick y a los juegos narrativos de Christopher Nolan. Warcraft su tercera película, basada en un popular videojuego que no para de expandirse desde 1994, marca su ingreso al mundo de los tanques millonarios y el cine de franquicias.

El proyecto de llevar ese universo al cine viene anunciándose desde hace diez años, con Jones incorporándose al puesto de director y co-guionista en 2013. El primer lanzamiento de la serie de videojuegos, y que inspiró el film presente, se titulaba Orcos y Humanos. Y de eso se trata exactamente. De la horda de los orcos invadiendo a través de un portal mágico la tierra de los humanos, y de lo que pasa cuando ambos esos mundos chocan.

134235La cuestión se complejiza (un poco) entre los bandos ya que, del lado de los humanos, tenemos traidores que ayudan a abrir la puerta y, del lado de los orcos, una fracción que quiere conseguir la paz y poner fin a la invasión cuando se dan cuenta que la magia que les permite trasponer la barrera tiene un costo vital altísimo.

Quienes hayan disfrutado la breve pero interesante filmografía previa de Duncan Jones, probablemente se sientan decepcionados con este Fantasy de manual. Poco hay en este film de encargo del autor original que trataba de jugar con las posibilidades del cine fantástico. Es cierto que el universo en el que transcurre Warcraft, el videojuego, es principalmente derivativo, en el que su mayor inspiración está en la imaginería propuesta por Tolkien, con sus paisajes, personajes (guerreros, hechiceros) y especies (orcos, enanos, elfos), y también hay un sincretismo que hace posible la aparición de un golem o apelaciones directas al mito de Moisés. Pero también es cierto que el Fantasy, o Fantasía Épica, es un género bastante extenso y rico como para permitir propuestas más arriesgadas (y ahí está Game of Thrones para probarlo). Se trata de un género que tiene sus reglas, sus convenciones, y también sus lugares comunes. Son estos últimos los que Warcraft, la película, despliega en una ronda de reconocimiento de dos horas. Batallas épicas, magia pura o maligna, apelaciones al honor, a la camaradería, amores entre personajes de distinto origen, héroes sin fisuras (los buenos que traicionan lo hacen porque están poseídos o porque han sido engañados) y malos irredimibles. Además de un tono grandilocuente, solemne, ñoño y con cero humor.

Como es regla en el mundo de las franquicias, todo está servido y desplegado para las secuelas. Esto en caso que los números acompañen. Quizás sea del agrado de los fanáticos del juego que quieren ver plasmados en acción real (bueno, no tanto) a sus personajes queridos. Quizás lo sea de los fanáticos duros del Fantasy, a aquellos a los que no les moleste que les cuenten lo mismo una y otra vez. Pero para el resto lo poco que se puede decir en favor el film es que por momentos es entretenido y que se pasa rápido. La contrapartida es que se olvida igual de rápido.

WARCRAFT
Warcraft. Estados Unidos. 2016
Dirección: Duncan Jones. Intérpretes: Travis Fimmel, Paula Patton, Ben Foster, Dominic Cooper, Toby Kebbell, Ben Schnetzer, Ruth Negga y Daniel Wu. Guión: Charles Leavitt y Duncan Jones, basado en el videojuego del mismo nombre. Fotografía: Simon Duggan. Música: Ramin Djawadi. Edición: Paul Hirsch. Duración: 123 minutos.